Roma,
30 de mayo de 1999
Además...
"HOY
COMIENZA UNA NUEVA ETAPA" EN LA IGLESIA
VATICANO,
30 (ACI).- El Papa Juan Pablo II, durante el mensaje
dirigido a decenas de miles de personas reunidas
en el Encuentro con los movimientos laicales, afirmó
que hoy se necesita "personalidades cristianas
maduras, conocedoras de su propia identidad bautismal,
de su propia vocación y misión en la Iglesia y en
el mundo" y de "comunidades cristianas
vivas" que anuncien a Jesucristo y añadió que
"los movimientos y las nuevas comunidades eclesiales
son una respuesta suscitada por el Espíritu Santo
a este dramático desafío del fin del milenio".
Al
principio de su mensaje, el Santo Padre hizo alusión
al pasaje de Pentecostés, donde "los
discípulos, reunidos con María en el Cenáculo, reciben
el don del Espíritu Santo" y afirmó que "esto,
que sucedió en Jerusalén hace ya dos mil años, es
como si esta tarde se renovara en esta Plaza, centro
del mundo cristiano. Como entonces los Apóstoles,
también nosotros nos encontramos reunidos en un
gran cenáculo de Pentecostés, anhelando la efusión
del Espíritu Santo".
Luego de agradecer al Card. Stafford, Presidente
del Pontificio Consejo para los Laicos, y a los
fundadores de los movimientos presentes en el Encuentro,
afirmó que estas asociaciones laicales "han
acogido con prontitud y entusiasmo la invitación
que os he dirigí en Pentecostés del 1996, y se han
preparado cuidadosamente bajo la guía del Pontificio
Consejo para los Laicos, por este extraordinario
encuentro, que nos proyecta hacia el gran Jubileo
del Dos mil".
El Papa dijo que en Encuentro con los movimientos
"es verdaderamente un evento inédito: por primera
vez los movimientos y las nuevas comunidades eclesiales
se encuentran todos juntos, con el Papa", luego
de lo cual se escucharon grandes aplausos. "Es
el gran "testimonio común" anunciado por
mí para el año en que, en el camino de la Iglesia
hacia el gran jubileo, ha sido dedicado al Espíritu
Santo. El Espíritu Santo está aquí con nosotros!",
añadió.
El Santo Padre sostuvo que "siempre, cuando
interviene el Espíritu produce estupefacción, suscita
eventos cuya novedad asombra, cambia radicalmente
las personas y la historia" pero que "distribuye
a cada uno los propios dones como le place a Él"
y reparte "entre los fieles de todo orden gracias
especiales... útiles para la renovación y la mayor
expansión de la Iglesia".
El Pontífice dijo también que "el aspecto institucional
y carismático son casi coesenciales en la constitución
de la Iglesia y concurren, aunque de modo diverso,
en su vida, para su renovación y santificación del
Pueblo de Dios. Es de este providencial redescubrimiento
de la dimensión carismática de la Iglesia, que antes
y después del Concilio, se ha afirmado una singular
línea de desarrollo de los movimientos eclesiales
y de las nuevas comunidades".
"Ustedes aquí presentes son la prueba tangible
de esa efusión del Espíritu. Cada movimiento difiere
del otro, pero todos están unidos en la misma comunión
y en la misma misión. Algunos carismas suscitados
por el Espíritu irrumpen como viento impetuoso que
aferra y arrastra a las personas hacia nuevos caminos
de entusiasmo misionero al servicio radical del
Evangelio, proclamando sin cesar las verdades de
la fe, acogiendo como don el flujo vivo de la tradición
y suscitando en cada uno el ardiente deseo de la
santidad", afirmó.
El
Santo padre añadió que "el paso del carisma
originario al movimiento ocurre por el misterioso
atractivo que el fundador ejerce sobre cuantos se
dejan involucrar en su experiencia espiritual. De
tal modo, los movimientos reconocidos oficialmente
por la autoridad eclesiástica se proponen como forma
de autorealización y reflejos de la única Iglesia".
"Su
nacimiento y su difusión -continuó- han traído a
la vida de la Iglesia una inesperada novedad, a
veces incluso de alguna manera desgarradora. Esto
no ha dejado de suscitar interrogantes, sinsabores
y tensiones, algunas veces ha comportado presunciones
e intemperancias, de un lado; y no pocos prejuicios
y reservas, del otro. Ha sido un período de prueba
para su fidelidad, una ocasión importante para verificar
la genuinidad de sus carismas".
"Hoy, ante ustedes, se abre una etapa nueva:
aquella de la madurez eclesial. Esto no significa
que todos los problemas hayan sido resueltos. Es,
más que nada, un desafío, un camino por recorrer.
La Iglesia espera de ustedes frutos "maduros"
de comunión y de compromiso", dijo el Santo
Padre.
"En nuestro mundo, frecuentemente dominado
por una cultura secularizada que fomenta y propone
modelos de vida sin Dios, la fe de tantos es puesta
a dura prueba y no pocas veces sofocada y apagada.
Se advierte entonces con urgencia la necesidad de
un anuncio fuerte y de una sólida y profunda formación
cristiana". "Ellos son, ustedes son, la
respuesta providencial!", añadió.
El Santo Padre afirmó también que "los verdaderos
carismas no pueden sino tender al encuentro con
Cristo en el Sacramento. Las realidades eclesiales
a las que ustedes se adhieren los han ayudado a
redescubrir su vocación bautismal, a valorar los
dones del Espíritu recibidos en la Confirmación,
a confiar en la misericordia de Dios en el Sacramento
de la Reconciliación y, sobre todo, a reconocer
en la Eucaristía la fuente y el culmen de toda la
vida cristiana".
"Gracias a esta fuerte experiencia eclesial
han nacido espléndidas familias cristianas abiertas
a la vida, verdaderas iglesias domésticas, han surgido
muchas vocaciones al sacerdocio ministerial y a
la vida religiosa, así como nuevas formas de vida
laical inspiradas en los consejos evangélicos".
"En los movimientos, en las nuevas comunidades,
habéis asumido que la fe no es un discurso abstracto
ni un vago sentimiento religioso sino vida nueva
en Cristo suscitada por el Espíritu Santo",
dijo el Papa.
El Santo Padre también dijo que "es fundamental
al respecto que cada movimiento se someta al discernimiento
de la autoridad eclesiástica competente" porque
ningún carisma se dispensa de la referencia y de
la sumisión a los Pastores de Iglesia". "Ésta
es la necesaria garantía de que el camino que recorréis
es el justo. En la confusión que reina en el mundo
de hoy es tan fácil errar, ceder a las ilusiones.
En la formación cristiana cuidada por lo movimientos
no falte jamás el elemento de esta fiel obediencia
a los Obispos, sucesores de los Apóstoles, en comunión
con el Sucesor de Pedro".
Finalmente
concluyó con una oración al Espíritu Santo, para
que Él dé "nueva fuerza e impulso misionero
a estos tus hijos e hijas aquí reunidos", y
encomendó a "María, Madre de Jesús y Esposa
del Espíritu Santo, Madre de los apóstoles, (...)
que nos ayude a aprender de su fiat la docilidad
al Espíritu"."Hoy desde esta Plaza Jesucristo
repite a cada uno de ustedes: "Id a todo el
mundo y predicad el Evangelio a toda creatura"
(Mc. 16, 15). Él cuenta con cada uno de ustedes!
La Iglesia cuenta con ustedes!", afirmó.
CIENTOS DE MILES DE PERSONAS EN GRAN FIESTA DEL
ESPÍRITU
VATICANO,
30 (ACI).- Decenas de miles de personas con pañuelos
multicolores y afiches, se congregaron en la Plaza
San Pedro para participar en el Encuentro de Movimientos
Eclesiales con el Santo Padre, Pentecostés ´98.
Gracias
al trabajo organizador del Pontificio Consejo para
los Laicos, por primera vez en la historia de la
Iglesia representantes de los movimientos eclesiales
y nuevas comunidades de los cinco continentes se
reunieron con un Pontífice respondiendo a la invitación
que el mismo Juan Pablo II realizó en Pentecostés
de 1997.
Aunque
las primeras estimaciones calculaban la presencia
de 150 mil personas en el encuentro, se calcula
que varias decenas de miles más "tomaron"
la plaza y sus alrededores, formando un auténtico
mar humano a lo largo de varias cuadras de la Vía
de la Conciliación.
A
bordo de un Papamóvil descubierto, el Pontífice
realizó un recorrido de aproximadamente diez minutos
bendiciendo y saludando a una multitud que permaneció
durante siete horas en el lugar y que lo recibió
entre cantos, vivas y aplausos.
El
Santo Padre se dirigió luego al estrado especialmente
preparado en el atrio de la Basílica de San Pedro
donde a la derecha se encontraban los fundadores
de más de 50 asociaciones participantes y a la izquierda
un coro integrado por miembros del Movimiento de
los Focolares.
El
Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos,
Cardenal Francis Stafford, dirigió en inglés el
primer mensaje de la tarde. El Purpurado resaltó
la presencia de católicos provenientes de los cinco
continentes, que "han venido con Jesús al corazón
de la Iglesia".
"Esta
es una maravillosa manifestación del oficio de Pedro,
¿quién más puede convocar esta cantidad de personas?
Sólo el Papa puede hacerlo. Ellos han venido como
laicos en la primavera de su vida y en el encuentro
de hoy, la vocación laical se hace visible para
todos", afirmó.
Matizados
con números musicales a cargo de los distintos grupos
participantes, cuatro fundadores de movimientos
eclesiales ofrecieron al Papa su testimonio de fe.
La
primera en hablar fue Chiara Lubich, fundadora de
los Focolares. "La fuerza de nuestro movimiento
es el amor y queremos difundirlo en el mundo, ser
una invasión de amor. Queremos aportar el radicalismo
del amor, en el modelo de Jesús Crucificado",
afirmó Lubich.
Luego
el fundador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello,
reafirmó el compromiso de su movimiento de trabajar
por "la nueva evangelización del mundo secularizado,
a través misterio pascual en una liturgia viva que
transforma la vida de la persona".
El
tercero en participar fue Jean Vanier, fundador
de la Comunidad de L´Arch seguido del fundador de
Comunión y Liberación, Mons. Luigi Giussani, quien
aseguró que "la libertad está intrincada en
Cristo, Cristo es mendigo del corazón del hombre
y el corazón del hombre es mendigo de Dios".
Tras
los testimonios, se dio inicio a la liturgia de
la palabra. Seis jóvenes latinoamericanos portaron
antorchas encendidas escoltando las Escrituras,
se leyó el pasaje de Pentecostés y luego el Pontífice
pronunció su mensaje, interrumpido en varias ocasiones
por emocionados aplausos de la multitud.
Al
finalizar su mensaje , el Pontífice dirigió saludos
especiales en todas las lenguas de los participantes
y hablando en español saludó a los peregrinos hispanohablantes
que respondieron con el tradicional lema "Juan
Pablo II te quiere todo el mundo" ante la sonrisa
del Santo Padre. "Pido al Espíritu Santo que
los fortalezca y consuele en vuestra misión en la
Iglesia", afirmó Juan Pablo II.
MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS MOVIMIENTOS ECLESIALES Y NUEVAS COMUNIDADES
Queridos
hermanos y hermanas!
1.Estas palabras de los Hechos de los Apóstoles
nos introducen en el corazón del evento de Pentecostés,
nos presentan a los discípulos que, reunidos con
María en el Cenáculo, reciben el don del Espíritu
Santo. Se realiza así la promesa de Jesús y se inicia
el tiempo de la Iglesia. Desde ese momento, el viento
del Espíritu Santo llevará a los discípulos de Cristo
hasta los confines de la tierra. Los llevará hasta
el martirio por el intrépido testimonio del Evangelio.
Esto, que sucedió en Jerusalén hace ya dos mil años,
es como si esta tarde se renovara en esta Plaza,
centro del mundo cristiano. Como entonces los Apóstoles,
también nosotros nos encontramos reunidos en un
gran cenáculo de Pentecostés, anhelando la efusión
del Espíritu Santo. Aquí queremos profesar con toda
la Iglesia que "uno sólo es el Espíritu, uno
sólo el Señor, uno sólo es Dios, que obra todo en
todos" (1Cor. 12, 4-6). Éste es el clima que
queremos revivir implorando los dones del Espíritu
Santo para cada uno de nosotros y para todo el pueblo
de los bautizados.
2.Saludo y agradezco al Card. Stafford, Presidente
del Pontificio Consejo para los Laicos, por las
palabras que han querido dirigirme, también a nombre
de ustedes, al inicio de este Encuentro. Con él,
saludo también a los cardenales y obispos presentes.
Dirijo un particular agradecimiento a Chiara Lubich.,
Kiko Argüello, Jean Vanier, Mons. Luigi Giussani,
por sus conmovedores testimonios. Junto a ellos,
saludo a los fundadores y responsables de las nuevas
comunidades y de los movimientos aquí representados.
Quiero dirigirme a cada uno de ustedes, hermanos
y hermanas, pertenecientes a los distintos movimientos
eclesiales. Ustedes han acogido con prontitud y
entusiasmo la invitación que os he dirigí en Pentecostés
del 1996, y se han preparado cuidadosamente bajo
la guía del Pontificio Consejo para los Laicos,
por este extraordinario encuentro, que nos proyecta
hacia el gran Jubileo del Dos mil.
El de hoy es verdaderamente un evento inédito: por
primera vez los movimientos y las nuevas comunidades
eclesiales se encuentran todos juntos, con el Papa.
(aplausos)
Es el gran "testimonio común" anunciado
por mí para el año en que, en el camino de la Iglesia
hacia el gran jubileo, ha sido dedicado al Espíritu
Santo. El Espíritu Santo está aquí con nosotros!
(aplausos)
Es Él el alma de este admirable acontecimiento de
comunión eclesial. "Éste es el día en que actuó
el Señor: alegrémonos y exultemos".
(aplausos)
3. En Jerusalén, hace casi dos mil años atrás, el
día de Pentecostés, delante de una multitud estupefacta
y burlona por el cambio inexplicable notado en los
apóstoles, Pedro proclama con coraje: "Jesús
de Nazaret, un hombre acreditado por Dios entre
ustedes... ustedes lo han clavado en la cruz por
manos de los impíos y lo han matado. Pero Dios lo
ha resucitado" (Hechos 2, 22-24). En las palabras
de Pedro se manifiesta la autoconciencia de la Iglesia,
fundada sobre la certeza de que Cristo está vivo,
obra en el presente y cambia la vida.
El Espíritu Santo, ya operante en la creación y
en la Antigua Alianza, se revela en la Encarnación
y en la Pascua del Hijo de Dios, y casi "estalla"
en Pentecostés para prolongar en el tiempo y en
el espacio la misión de Cristo Señor. El Espíritu
constituye así la Iglesia como flujo de vida nueva,
que fluye dentro de la historia de los hombres.
4. A la Iglesia que, según los Padres, es el lugar
"donde florece el Espíritu" (CCC 749),
el Consolador ha donado recientemente con el Concilio
Vaticano II un renovado Pentecostés, suscitando
un dinamismo nuevo e imprevisto. Siempre, cuando
interviene el Espíritu produce estupefacción, suscita
eventos cuya novedad asombra, cambia radicalmente
las personas y la historia. Ésta ha sido la experiencia
inolvidable del Concilio ecuménico Vaticano II,
durante el cual, bajo la guía del mismo Espíritu,
la Iglesia ha redescubierto, como constitutiva de
sí misma, la dimensión carismática: "el Espíritu
no se limita a santificar y a guiar al Pueblo de
Dios por medio de los sacramentos y de los ministerios
y adornarlo de virtudes, sino "distribuyendo
a cada uno los propios dones como le place a Él"
(1Cor 12, 11), distribuye entre los fieles de todo
orden gracias especiales... útiles para la renovación
y la mayor expansión de la Iglesia" (LG, 12).
El aspecto institucional y carismático son casi
coesenciales en la constitución de la Iglesia y
concurren, aunque de modo diverso, en su vida, para
su renovación y santificación del Pueblo de Dios.
Es de este providencial redescubrimiento de la dimensión
carismática de la Iglesia, que antes y después del
Concilio, se ha afirmado una singular línea de desarrollo
de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades.
5. Hoy, la Iglesia se alegra por el renovado verificarse
de las palabras del profeta Joel, que poco antes
hemos escuchado: "Infundiré mi Espíritu Santo
sobre cada persona..." (Hechos 2, 17). Ustedes
aquí presentes son la prueba tangible de esa efusión
del Espíritu. Cada movimiento difiere del otro,
pero todos están unidos en la misma comunión y en
la misma misión. Algunos carismas suscitados por
el Espíritu irrumpen como viento impetuoso que aferra
y arrastra a las personas hacia nuevos caminos de
entusiasmo misionero al servicio radical del Evangelio,
proclamando sin cesar las verdades de la fe, acogiendo
como don el flujo vivo de la tradición y suscitando
en cada uno el ardiente deseo de la santidad. Hoy
a todos ustedes reunidos en la Plaza San Pedro y
a todos los cristianos les quiero gritar: Ábranse
con docilidad a los dones del Espíritu! Acojan con
gratitud los carismas que el Espíritu no cesa de
despertar! No olviden que cada carisma está dado
para el bien común, esto es, para el beneficio de
toda la Iglesia!
6.Por su naturaleza, los carismas son comunicativos,
y hacen nacer aquella "afinidad espiritual
entre las personas" (cf. Christifideles laici,
24) y aquella amistad en Cristo que da origen a
los "movimientos". El paso del carisma
originario al movimiento ocurre por el misterioso
atractivo que el fundador ejerce sobre cuantos se
dejan involucrar en su experiencia espiritual. De
tal modo, los movimientos reconocidos oficialmente
por la autoridad eclesiástica se proponen como forma
de autorealización y reflejos de la única Iglesia.
Su nacimiento y su difusión han traído a la vida
de la Iglesia una inesperada novedad, a veces incluso
de alguna manera desgarradora. Esto no ha dejado
de suscitar interrogantes, sinsabores y tensiones,
algunas veces ha comportado presunciones e intemperancias,
de un lado; y no pocos prejuicios y reservas, del
otro. Ha sido un período de prueba para su fidelidad,
una ocasión importante para verificar la genuinidad
de sus carismas.
Hoy, ante ustedes, se abre una etapa nueva: aquella
de la madurez eclesial. Esto no significa que todos
los problemas hayan sido resueltos. Es, más que
nada, un desafío, un camino por recorrer. La Iglesia
espera de ustedes frutos "maduros" de
comunión y de compromiso.
7. En nuestro mundo, frecuentemente dominado por
una cultura secularizada que fomenta y propone modelos
de vida sin Dios, la fe de tantos es puesta a dura
prueba y no pocas veces sofocada y apagada. Se advierte
entonces con urgencia la necesidad de un anuncio
fuerte y de una sólida y profunda formación cristiana.
Cuánta necesidad existe hoy de personalidades cristianas
maduras, conocedoras de su propia identidad bautismal,
de su propia vocación y misión en la Iglesia y en
el mundo! Cuánta necesidad de comunidades cristianas
vivas! Y he aquí ahora, los movimientos y las nuevas
comunidades eclesiales. Ellos son una respuesta
suscitada por el espíritu Santo a este dramático
desafío del fin del milenio. Ellos son, ustedes
son, la respuesta providencial!
Los verdaderos carismas no pueden sino tender al
encuentro con Cristo en el Sacramento. Las realidades
eclesiales a las que ustedes se adhieren los han
ayudado a redescubrir su vocación bautismal, a valorar
los dones del Espíritu recibidos en la Confirmación,
a confiar en la misericordia de Dios en el Sacramento
de la Reconciliación y, sobre todo, a reconocer
en la Eucaristía la fuente y el culmen de toda la
vida cristiana.
Como precisamente gracias a esta fuerte experiencia
eclesial han nacido espléndidas familias cristianas
abiertas a la vida, verdaderas iglesias domésticas,
han surgido muchas vocaciones al sacerdocio ministerial
y a la vida religiosa, así como nuevas formas de
vida laical inspiradas en los consejos evangélicos.
En los movimientos, en las nuevas comunidades, habéis
asumido que la fe no es un discurso abstracto ni
un vago sentimiento religioso sino vida nueva en
Cristo suscitada por el Espíritu Santo.
8. ¿Cómo custodiar y garantizar la autenticidad
del carisma? Es fundamental al respecto que cada
movimiento se someta al discernimiento de la autoridad
eclesiástica competente. Por esto, ningún carisma
se dispensa de la referencia y de la sumisión a
los Pastores de Iglesia. Con claras palabras el
Concilio escribe: "El juicio sobre su (de los
carismas) genuinidad y su ejercicio ordenado pertenece
a quienes presiden en la Iglesia, a los cuales corresponde
especialmente no extinguir el Espíritu, pero examinar
todo y retener aquello que es bueno (cf. 1Tes 5,
12; 19, 21)" (Lumen Gentium 12).
Ésta es la necesaria garantía de que el camino que
recorréis es el justo. En la confusión que reina
en el mundo de hoy es tan fácil errar, ceder a las
ilusiones. En la fomración cristiana cuidada por
lo movimientos no falte jamás el elemento de esta
fiel obediencia a los Obispos, sucesores de los
Apóstoles, en comunión con el Sucesor de Pedro.
Conocéis los criterios de eclesialidad de las formas
laicales presentes en la exhortación apostólica
Christifideles Laici (cf. n. 30). Os pido que os
adheráis con generosidad y humildad insertando vuestras
experiencias en las iglesias locales, en las parroquias
y siempre permaneciendo en comunión con los pastores
y atentos a sus indicaciones.
9. Jesús ha dicho: "He venido a traer fuego
sobre la tierra y cómo quisiera que estuviera ya
ardiendo", mientras la Iglesia se prepara a
atravesar el umbral del tercer milenio acojamos
la invitación del Señor, para que su fuego se encienda
en nuestro corazón y en el de los hermanos.
Hoy, en este cenáculo de la Plaza San Pedro, se
alza una gran oración: "Ven Espíritu Santo,
ven y renueva la faz de la tierra, ven con tus siete
dones! Ven Espíritu Santo de Vida, Espíritu Santo
de Verdad, Espíritu Santo de Comunión y de Amor!
La Iglesia y el mundo tienen necesidad de ti, ven
Espíritu Santo, y haz siempre más fecundos los carismas
que has hecho surgir! Dona nueva fuerza e impulso
misionero a estos tus hijos e hijas aquí reunidos,
ensancha su corazón, reaviva su compromiso cristiano,
hazlos valientes mensajeros del evangelio, testigos
de Cristo resucitado, Redentor y Salvador del hombre!
Refuerza su amor y su fidelidad a la Iglesia!
A María, Madre de Jesús y Esposa del Espíritu Santo,
Madre de los apóstoles, que los acompañó en Pentecostés,
dirigimos nuestras miradas para que nos ayude a
aprender de su fiat la docilidad al Espíritu. Hoy
desde esta Plaza Jesucristo repite a cada uno de
ustedes: "Id a todo el mundo y predicad el
Evangelio a toda creatura" (Mc. 16, 15). Él
cuenta con cada uno de ustedes! La Iglesia cuenta
con ustedes! El Señor os aseguró: "yo estoy
con vosotros todos los días hasta el fin del mundo!"
(Mt 28, 10). Amén.
PROGRAMA
12:00
Apertura del ingreso a la Plaza de S. Pedro para
los miles de peregrinos miembros de movimientos.
14:30
Acogida de los peregrinos en la Plaza de San Pedro
15:30
Animación en espera de la llegada del Santo Padre
17:30
Llegada del Santo Padre.
Palabras
de saludo del Presidente del Pontificio Consejo
para los Laicos, Su Eminencia, Card. J. Francis
Stafford
Testimonios
de algunos fundadores.
Proclamación
de la Palabra de Dios
Discurso
del Santo Padre
Súplica
al Espíritu Santo
Padre
Nuestro
Bendición
final
19:45
El Santo Padre se retira |