¡Oh, Jesús!
Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de tu espíritu y vida.
Penétrame y aduéñate tan por completo de mí,
que toda mi vida sea una irradiación de la tuya.
Ilumina por mi medio y de tal manera toma posesión de mí,
que cada alma con la que yo entre en contacto pueda sentir tu presencia en mi
alma.
Que al verme no me vea a mí, sino a Tí en
mí.
Permanece en mí. Así resplandeceré con tu
mismo resplandor,
y que mi resplandor sirva de luz para los demás.
Mi luz toda de Ti vendrá, Jesús; ni el más leve rayo
será mío.
Serás Tú el que iluminarás a otros por mi
medio.
Sugiéreme la alabanza que más te agrada,
iluminando a otros a mi alrededor.
Que no te pregone con palabras sino con mi
ejemplo,
con el influjo de lo que yo lleve a cabo,
con el destello visible del amor que mi corazón
saca de Ti.
Amén.