Gracias por ser Santa María.
Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra,
desde siempre.
Gracias por haber acogido
en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.
Gracias por haber mantenido
tu "Hágase" a través de todos
los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos
dignos de ser acogidos y vividos.
Gracias por tu sencillez,
por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad,
por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad,
por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes
que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite
atisbar en Ti.
Gracias por tu mirada maternal,
por tus intercesiones, tu ternura,
tus auxilios y orientaciones.
Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María,
Madre del Señor Jesús y nuestra.
Amén.