Hay que ser muy ignorante o tener mucha cara dura para decir tan torpemente que la alta jerarquía de la Iglesia, y en concreto el Sr. Cardenal, ejerce presión sobre el gobierno o sobre otros sectores. Por fortuna, cuando se recurre a estas escapatorias tan baratas y facilongas, todo el mundo se entera de que la hipótesis que queríamos defender no se sostiene en pie, y entonces los argumentos que pretendemos esgrimir resultan de la familia del disparate. Y la dicha palabrita, nótese, viene de disparatum, con que antiguamente se llamaba a la proposición contradictoria.
La Iglesia solo defiende LA VERDAD y la vida y la justicia y la belleza y la bondad y la unidad, que son los trascendentales de Jesucristo. Nada menos.La verdad límpida y palmaria como el sol dorado, que no aplasta a nadie porque está providencialmente colocado a la distancia justa para dar luz y calor a todos, incluso a los que pretenden esconderse en las guaridas de la oscuridad, de la mentira y de la manipulación que es el pecado de la serpiente, “el animal más astuto de cuantos el Señor Dios había creado” (Gn 3 1).
Hace falta ser ignorante, o tener mucha cara dura, digo, para decir que el concebido –con-ceptus–, (compuesto del verbo capio, captus, con apofonía en su derivado con-ceptus, y con su preverbio de acompañamiento o compañía, que a la letra significa tomado con otro, o sea, elementos juntados), es un mero y despreciable “producto fetal”. Esos elementos se han unido para crear un nuevo ser. “La unión da lugar a nuevas realidades, nuevos niveles de ser”, como enseña la escuela del profesor Schmitz-Moormann en su reciente libro La teología de la Creación en un mundo en evolución, p.92.
Ese nuevo ser recién concebido -con-ceptus– no es otro que el nascendo (el que TIENE QUE nacer), el nascituro (el QUE DEBE nacer), el nascente (del latín /nascor/) o naciente (EL QUE YA ESTÁ NACIENDO). Sí, porque nacer, bien lo conocían los latinos, es verbo incoativo, y el concebido, ya está desarrollándose para culminar el proceso de nacer en el día que llamamos de su nacimiento o cuando su madre lo da a luz o lo saca a la luz. Ese concebido no es otro que EL NIÑO, imagen y semejanza de sus padres y de la misma naturaleza que ellos, además de imagen de Dios, por su alma propia, singular y única. Y eviterna, esto es: que habiendo tenido principio por creación directa de Dios, ya no tendrá fin. Por ello, el niño es muchas e importantísimas cosas: es persona, niño, hombre...¡ como para que se le insulte tan vergonzosamente como... "producto fetal"!.
Qué vergüenza para el Colegio de Médicos del Perú, que su decano no tenga una cultura elemental y, ni siquiera, una decencia primaria.
No hay quien pueda negar que el embrión, el feto (nombres diferentes por las distintas etapas de desarrollo del niño), es la misma criatura y la idéntica persona que más tarde será médico. Incluso, si los fallos humanos continúan dándose como en el caso presente,, llegar hasta ¡decano!
¿Nos puede decir este ¡decano! cuándo dejó de ser (si es que ha dejado de ser) "un producto fetal" para convertirse en un "hombre"? . Si en el vientre de su madre no era más que “un producto fetal", y no UN HOMBRE, TAMPOCO AHORA ES UN HOMBRE. Esto ya lo dijo el gran Tertuliano, apologista y sabio, africano por más señas, en el s. II p. C. Y la ciencia actual (no hace falta decir verdadera), no puede rebatirlo. Muchos inventan nombres falsos, palabras que esconden la realidad, camuflándola con eufemismos manipuladores, para engañar a los ignorantes o a las ya aterrorizadas madres. Gobiernos con sus leyes depravadas y asesinas con antimédicos negociantes de la muerte, matan cada año a millones de niños, o sea, de hombres. Eso sí que es la masacre más negra y criminal de la Historia.
Solo eso era lo que quería enseñarle hoy.