Documento del Centro Médico de la Universidad de Bonn, Alemania
Las píldoras anticonceptivas se pusieron a la disposición de las mujeres estadounidenses al principio de los años sesenta. La conveniencia, efectividad y reversibilidad de acción de las píldoras anticonceptivas (conocidas popularmente como "la píldora") han hecho de ellas la forma más popular de control de la natalidad en Estados Unidos. Sin embargo, una correlación entre el estrógeno y un riesgo mayor de cáncer de seno ha generado una controversia continua acerca de una posible relación entre la píldora y el cáncer.
Esta hoja informativa trata solamente de lo que se sabe acerca del uso de las píldoras anticonceptivas y el riesgo de desarrollar cáncer. No abarca el más serio efecto secundario del uso de los anticonceptivos, o sea, el riesgo mayor de enfermedades cardiovasculares en ciertos grupos de mujeres.
Píldoras anticonceptivas
En la actualidad, en Estados Unidos hay disponibles dos tipos de píldoras anticonceptivas. Las que se recetan con más frecuencia contienen dos versiones sintéticas de las hormonas femeninas naturales (estrógeno y progesterona) que son similares a las hormonas producidas normalmente por los ovarios. El estrógeno estimula el crecimiento y desarrollo del útero en la pubertad, engruesa el endometrio (el revestimiento interno del útero) durante la primera mitad del ciclo menstrual y estimula los cambios en los tejidos del seno en la pubertad y al dar a luz. En las píldoras anticonceptivas, se utilizan dos tipos de estrógenos sintéticos: el etinilestradiol y el mestranol.
La progesterona, la cual se produce durante la segunda mitad del ciclo menstrual, prepara el endometrio para recibir el óvulo. Si el óvulo es fertilizado, la secreción de progesterona continúa, impidiendo la salida de más óvulos de los ovarios. Por esta razón, la progesterona se conoce como "la hormona que apoya el embarazo" y los científicos consideran que tiene efectos anticonceptivos valiosos. La progesterona sintética que se utiliza en las píldoras se llama progestágeno o progestina. La noretindrona y el levonorgestrel son ejemplos de progesteronas sintéticas utilizadas en anticonceptivos orales.
El otro tipo de píldora disponible en Estados Unidos se conoce como la minipíldora y contiene solamente un progestágeno. La minipíldora es menos efectiva que la píldora combinada para impedir el embarazo, por esta razón se receta con menos frecuencia.
Los científicos han estado investigando una posible conexión entre el uso de la píldora y el riesgo de cáncer, debido a que las investigaciones médicas sugieren que el cáncer de los órganos reproductores femeninos algunas veces depende de las hormonas sexuales naturales para su desarrollo y crecimiento. Durante los últimos 30 años los investigadores médicos han puesto bastante atención en las mujeres que usan la píldora. Este escrutinio ha producido una gran cantidad de datos acerca del uso de la píldora y el desarrollo de ciertos cánceres, aun cuando los resultados de estos estudios no siempre han sido consistentes.
Cáncer de seno
El riesgo de una mujer de desarrollar cáncer de seno depende de varios factores, algunos de los cuales están relacionados con sus hormonas naturales. Los factores hormonales que aumentan el riesgo de cáncer de seno son aquellas condiciones que permiten la persistencia de niveles elevados de estrógeno durante largos períodos de tiempo, tales como una edad precoz al menstruar por primera vez (antes de los 12 años), una edad tardía para la menopausia (después de los 55 años de edad), el haber tenido hijos después de los 30 años de edad y el no haber tenido hijos. El riesgo de una mujer de desarrollar cáncer de seno aumenta según la cantidad de tiempo que ella estuvo expuesta al estrógeno.
Debido a que muchos de los factores de riesgo de cáncer de seno están relacionados con las hormonas naturales y dado que las píldoras anticonceptivas funcionan al manipular esas hormonas, han surgido algunas inquietudes acerca de los posibles efectos de medicamentos como las píldoras en el riesgo de desarrollar cáncer de seno, especialmente si se toman por muchos años. Ya ha transcurrido tiempo suficiente desde que se introdujo la píldora para el control de la natalidad para permitir que los investigadores estudien el gran número de mujeres que la tomaron por muchos años empezando a una edad joven y que las observen a medida que ellas envejecen.
Los estudios que han examinado el uso de la píldora como un factor de riesgo para desarrollar cáncer de seno han producido resultados inconsistentes. Los científicos sugieren que los resultados pueden haber sido inconsistentes porque las participantes en estudios diferentes usaron anticonceptivos orales de dosis y formas diferentes. Además, otros factores que influyen en los niveles hormonales base en las mujeres bajo estudio pueden haber llevado a resultados diferentes entre los estudios. En general, la mayoría de los estudios no han encontrado un mayor riesgo de cáncer de seno que esté relacionado con el uso de los anticonceptivos orales. En junio de 1995, sin embargo, investigadores del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) informaron de un riesgo mayor de desarrollar cáncer de seno entre las mujeres menores de 35 años de edad que habían tomado píldoras anticonceptivas durante por lo menos seis meses, comparadas con quienes nunca las habían tomado. También observaron un riesgo ligeramente menor, aunque todavía elevado, entre las mujeres de 35 a 44 años de edad. Además, su investigación mostró un mayor riesgo entre las mujeres que tomaron la píldora durante un tiempo prolongado, especialmente quienes empezaron a tomarla antes de los 18 años de edad.
Un análisis hecho en 1996 de datos epidemiológicos a nivel mundial, que incluyó la información del estudio de 1995, encontró que las mujeres que tomaban o habían tomado recientemente las píldoras para el control de la natalidad tenían un riesgo ligeramente elevado de desarrollar cáncer de seno. Sin embargo, el riesgo volvía a un nivel normal 10 años o más después de discontinuarla, como si nunca hubieran tomado píldoras anticonceptivas.
Para llevar a cabo este análisis, los investigadores examinaron los resultados de 54 estudios que se llevaron a cabo en 25 países, que incluyó a 53.297 mujeres con cáncer de seno y a 100.239 mujeres sin este cáncer. Más de 200 investigadores participaron en este minucioso análisis combinado de sus estudios originales, los cuales representaron cerca del 90 por ciento de los estudios de epidemiología de todo el mundo que habían investigado la posible relación entre las píldoras anticonceptivas y el cáncer de seno.
El regreso del riesgo a niveles normales después de 10 años o más de no tomar la píldora fue consistente sin importar la historia familiar de cáncer de seno, los antecedentes de reproducción, el área geográfica de residencia, antecedentes étnicos, diferencias en los diseños del estudio, dosis y tipo de hormona y la duración del uso. El cambio en el riesgo, en general, se mantuvo con respecto a la edad en la que se empezó a tomar la píldora; sin embargo, por razones que no se comprendieron en su totalidad, hubo un riesgo que continuaba siendo elevado entre las mujeres que habían empezado a usar los anticonceptivos antes de los 20 años de edad.
Los científicos sugieren que el riesgo ligeramente elevado que se ha visto tanto en quienes usan actualmente los anticonceptivos como en quienes dejaron de usarlos hace menos de 10 años no se deba a los anticonceptivos mismos. El riesgo ligeramente elevado puede resultar de la capacidad del estrógeno para promover el crecimiento de las células cancerosas del seno que ya están presentes, más que de su capacidad de iniciar cambios en las células normales que pueden llevar al desarrollo de cáncer.
Más aún, la observación de que el riesgo ligeramente elevado de desarrollar cáncer de seno que se vio en este estudio que llegaba a su punto más alto durante el uso de la píldora anticonceptiva, que bajó gradualmente cuando dejó de tomarse y para regresar a su nivel normal de riesgo 10 años o más después de haber dejado de tomarla, no es consistente con el proceso ordinario de carcinogénesis (el proceso por el cual las células normales se transforman en células cancerosas). Es más típico que el riesgo de cáncer llegue a su punto máximo décadas después de la exposición, no inmediatamente después. El cáncer, en general, es más probable que ocurra cuando la exposición a un carcinógeno (una sustancia que causa cáncer) es más larga o el grado de exposición es mayor. En este estudio analítico, ni la dosis o tipo de hormona ni la duración del uso afectó el riesgo de desarrollar cáncer de seno.
Cáncer de ovarios y cáncer de endometrio
Muchos estudios han encontrado que el uso de los anticonceptivos reduce en un 40 o 50 por ciento el riesgo de una mujer de desarrollar cáncer de ovarios cuando se compara con mujeres que no han usado los anticonceptivos. El estudio Cáncer y la Hormona Esteroide (CASH) de los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC), junto con otras investigaciones realizadas en los últimos 20 años, muestra que entre más usa los anticonceptivos una mujer, menor es el riesgo que tiene de desarrollar cáncer de ovarios. Más aún, este riesgo menor se mantiene por mucho tiempo después de que se dejan de usar los anticonceptivos. El estudio CASH encontró que el riesgo menor de cáncer de ovarios se ha visto en mujeres que han usado los anticonceptivos durante un tiempo tan corto como 3 ó 6 meses y que esta reducción del riesgo continúa por 15 años después de que se termina de usarlos. Otros estudios han confirmado que el riesgo menor de cáncer de ovarios continúa por lo menos durante 10 o 15 años después de que una mujer dejó de tomar los anticonceptivos. Se han ofrecido varias hipótesis para explicar en qué forma los anticonceptivos puedan proteger contra el cáncer de ovarios, como la que dice que el número de ovulaciones que tiene una mujer durante su vida se reduce, pero no se conoce todavía el mecanismo exacto.
Los investigadores han encontrado también que el uso de los anticonceptivos puede reducir el riesgo del cáncer de endometrio. Los resultados del estudio CASH y otros informes muestran que el uso de anticonceptivos de combinación pueden proteger contra el desarrollo de cáncer de endometrio. El estudio CASH encontró que el uso de la píldora de combinación durante por lo menos un año reduce el riesgo de desarrollar cáncer de endometrio a la mitad de lo que se observa en mujeres que nunca tomaron píldoras para el control de la natalidad. Además, los efectos beneficiosos de tomarlas continuaron hasta por lo menos 15 años después de haberlas dejado de tomar. Algunos investigadores han encontrado que el efecto protector de los anticonceptivos contra el cáncer de endometrio aumenta de acuerdo al tiempo que dure el uso de los anticonceptivos de combinación, pero los resultados no han sido consistentes.
La disminución del riesgo de desarrollar cáncer de ovarios y de endometrio en las mujeres que toman anticonceptivos no se aplica a la píldora de tipo secuencial, en el que cada ciclo mensual contiene 16 píldoras de estrógeno, seguidas por cinco píldoras de estrógeno con progesterona. (Las píldoras de tipo secuencial se retiraron del mercado en 1976, de manera que pocas mujeres se expusieron a ellas.) Los investigadores creen que los anticonceptivos orales reducen el riesgo de cáncer sólo cuando su contenido de estrógeno está balanceado con el contenido de progestógeno en la misma píldora.
Cáncer de cérvix
Hay alguna evidencia de que el uso prolongado de la píldora puede aumentar el riesgo de cáncer de cérvix (la parte estrecha, más baja, del útero). Los resultados de los estudios realizados por científicos del Instituto Nacional del Cáncer y otros investigadores apoyan una relación entre el uso prolongado de la píldora (cinco años o más) y un riesgo ligeramente mayor de cáncer de cérvix. Sin embargo, la naturaleza exacta de esta relación no está clara todavía.
Una razón por la cual la relación no está clara aún es que dos de los principales factores de riesgo de cáncer cervical (edad precoz de la primera relación sexual, especialmente a los 16 años o más joven y una historia de muchos compañeros sexuales) se relacionan con el comportamiento sexual. Ya que estos factores de riesgo pueden ser diferentes entre las mujeres que usan los anticonceptivos orales y las que no los han usado nunca, es difícil para los investigadores determinar el papel exacto que puedan tener los anticonceptivos orales en el desarrollo del cáncer cervical.
Los dos factores principales de riesgo que contribuyen al desarrollo del cáncer cervical son también factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de la infección del virus del papiloma humano en el cérvix. Más de 30 virus del papiloma humano, de los más de 100 tipos de VPH, se pueden pasar de una persona a otra por contacto sexual. La infección del virus del papiloma humano es una de las enfermedades más comunes que se transmiten sexualmente. Ciertos virus del papiloma humano, en particular el tipo 16, se sabe que causan cáncer cervical. Comparadas con las mujeres que no toman anticonceptivos orales, es posible que las mujeres que los toman usen con menos probabilidad métodos de control de la natalidad de barrera (como los condones). Puesto que los condones pueden impedir la transmisión de los virus del papiloma humano, quienes usan anticonceptivos orales y no usan condones pueden tener un riesgo mayor de infectarse con el virus del papiloma humano. Por esto, el riesgo mayor de cáncer cervical que según algunos estudios es causado por el uso prolongado de anticonceptivos orales, en realidad puede ser el resultado de la infección de virus del papiloma humano.
Hay evidencia de que las mujeres que toman la píldora y nunca utilizan otro método anticonceptivo de protección o que tienen antecedentes de infecciones genitales, tienen un riesgo mayor de desarrollar cáncer de cérvix. Esta relación apoya la teoría de que los anticonceptivos orales pueden actuar junto con los agentes que se transmiten sexualmente (como los virus del papiloma humano) en el desarrollo del cáncer cervical. Los investigadores continúan estudiando la naturaleza exacta de la relación entre el uso de los anticonceptivos orales y el cáncer de cérvix.
Las etiquetas de productos anticonceptivos orales han sido modificadas para advertir a las mujeres del posible riesgo de cáncer cervical. Las etiquetas advierten también que las píldoras para el control de la natalidad no protegen contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y otras enfermedades que se transmiten sexualmente como el VPH, la clamidia y el herpes genital.
Tumores del hígado
Hay alguna evidencia de que el uso de los anticonceptivos orales puede aumentar el riesgo de ciertos tumores malignos (cancerosos) de hígado. Sin embargo, el riesgo es difícil de evaluar debido a los diferentes patrones de uso de los anticonceptivos y a que estos tumores son raros en las mujeres estadounidenses (la incidencia es de aproximadamente 2 casos por cada 100.000 mujeres). También se ha descubierto, aunque muy raramente, un tumor benigno (no canceroso) de hígado llamado adenoma hepático entre quienes toman la píldora. Estos tumores no se diseminan pero pueden reventarse y causar hemorragia interna.
Disminución de los riesgos por medio de exámenes selectivos de detección Los estudios han encontrado que el hacerse exámenes selectivos de detección para cáncer de seno por medio de mamografías reduce el número de muertes por cáncer de seno en mujeres de 40 a 69 años de edad. Las mujeres que tienen un riesgo mayor de cáncer de seno deberán buscar el consejo del médico para saber cuándo empezar a hacerse las mamografías y con qué frecuencia hacerse los exámenes. Una mamografía de alta calidad, con un examen clínico (un examen hecho por un proveedor profesional de cuidados de la salud), es la forma más efectiva para detectar el cáncer de seno precoz.
Las mujeres que son activas sexualmente o que lo han sido, o que casi tienen 20 años o más, pueden reducir su riesgo de cáncer de cérvix al hacerse pruebas de Papanicolaou con regularidad. Los cambios anormales en el cérvix pueden con frecuencia detectarse con la prueba de Pap y tratarse antes de que se desarrolle el cáncer.
Se recomienda a las mujeres que tienen preocupación de su riesgo de cáncer que platiquen con su médico.
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