Niguna persona es un derecho para otra
Por Carlo Bellieni
Aparece en estos días un estudio solicitado por investigadores estadounidenses del Centro nacional para defectos congénitos e incapacidades evolutivas que reabre el debate ético sobre el tema de la fecundación in vitro, hasta ahora limitado a la licitud moral de la fecundación extracorporal y a la eliminación de embriones humanos supernumerarios o enfermos. El estudio: "Human Reproduction", de noviembre de 2008 da a conocer que los niños luego de la fecundación in vitro (FIV) tienen un mayor riesgo de tener ciertas malformaciones.
El problema ya había sido alertado por la garante para la infancia del parlamento francés, Claire Brisset, en "L'Express" del 16 de enero de 2003: "Para el Icsi (técnica de procreación artificial, ndr) hace falta totalmente proceder a una valoración retrospectiva de esta técnica de la que no conocemos sus efectos. ¿Tenemos el derecho de arriesgar concebir a los hijos que están en riesgo de ser hipofértiles sin haber pensado qué cosa significa eso? La técnica es eficaz. La gente está contenta. Estamos en ese breve periodo. Auspicio una moratoria para que tengamos suficiente información".
A esta afirmación hacía eco en la misma revista el Presidente del Comité Nacional Francés de Bioética, Didier Sicard: "hoy se sacraliza el deseo de los adultos. Ciertas técnicas de fecundación hacen correr riesgos a los niños que nacerán de ellas". Se auspiciaba también con esto en el ámbito procreativo el principio de precaución.
Así, la literatura científica había comenzado a mostrar los datos sobre la salud de los niños, y los datos han comenzado a interesarle a la comunidad científica y a generar una cierta preocupación, tanto que en la revista "Nature" Kendall Powell publicó un artículo titulado, significativamente, "Semillas de duda" en el que concluía así: "Vistas las preocupaciones existentes y la potencialidad de sorpresas ulteriores desagradables, algunos investigadores han solicitado fondos para proyectos que investiguen la biología de la fecundación e implantación, para estudios de los efectos de la manipulación sobre los ovocitos y embriones; y para estudios epidemiológicos más amplios y mejores".
Desde entonces estos estudios se llevan a cabo. Algunos muestran en promedio que el desarrollo neurológico de los pequeños no tendrá resentimientos y una reciente investigación publicada en la revista "Lancet" (julio de 2007) afirma que "al final del embarazo producido por FIV, estos niños tendrán un desarrollo parecido a los otros". Pero "Lancet" indica además que en los casos de FIV, "el mayor riesgo depende de los nacimientos múltiples. El riesgo de aborto es de 20 a 34 por ciento mayor que el de la población general. El riesgo de enfermedades por número alterado de cromosomas es mayor, así como el riesgo de nacimientos prematuros es el doble con respecto a la población normal; y aumenta el riesgo de crecimiento del feto". "El riesgo de malformaciones mayores es del 1, 3 veces más que el de la población general" y existe "también un riesgo mayor de parálisis cerebral". También otras investigaciones muestran datos similares a "Lancet", como la de Nancy Green en "Pediatrics" de 2004 o la de Jane Halliday en "Best Practice and Research Clinical Obstetrics and Gynecology" de 2008.
En realidad los porcentajes de niños con malformaciones en la población general (4 por ciento) o parálisis cerebral (2 por ciento) son relativamente bajos y el incremento de 1, 3 veces –como en el caso de las malformaciones– no es clamoroso.
Pero no es por eso insignificante, como subrayan las revistas citadas, y por eso es necesario entrar en el debate del principio de precaución que reclama la necesidad de estudios prospectivos, el mejor de los procedimientos y el análisis atento del recorrido tomado, como por ejemplo sugieren Pavels y Knowels en la revista laica de bioética "Hasting Center Report" o el documento "Reproduction and Responsibility" del Comité de Bioética del Presidente estadounidense.
Lo que hemos informado introduce en la escena del debate ético reproductivo a un personaje central que tal vez ha sido poco considerado hasta ahora: el hijo, así como los riesgos grandes o pequeños que él corre y que los padres aceptan por él. Pavels y Knowels, hablando de los riesgos de la FIV sobre los niños, explican que "los futuros padres deben balancear su deseo de crear a un niño con el deseo de protegerlo da los riesgos previsibles", tema sobre el que Los Angeles Times se concentró el pasado 11 de agosto en un artículo titulado "Niños, ¿la vía fácil? Las tecnologías reproductivas no deberían ser tomadas a la ligera. Pueden poner en riesgo al nascituro". Esto abre la puerta a una serie de reflexiones sobre los derechos de este último y sobre la tutela que necesita respecto a las posibles dificultades consecuencia de la FIV, entre las que está la ausencia ex lege de un padre en caso de fecundación eteróloga, o la posibilidad de esterilidad heredada como consecuencia de la esterilidad de los padres, hasta incluso la opción de no concebirlo "sano" sino con alguna anomalía que los padres supondrían deseable (vea el caso de la madre sorda que quiso concebir a un hijo también sordo usando el semen de un donante sordo también, "Journal of Medical Ethics" octubre de 2002).
Se impone entonces una reflexión sobre la ética al aceptar los riesgos por cuenta del niño en búsqueda del cumplimiento del propio deseo humano. Es una reflexión ahora en desarrollo porque en el mundo crece un urgente pedido de profundización y prudencia al poner las manos en el corazón de la vida humana, como muestra un sondeo del ente inglés Human Fertilisation Embriology Authority que informó en noviembre de 2005 que mientras el 85 por ciento de las personas consideran que la FIV representa un importante avance científico, solo el 50 por ciento considera que sus ventajas compensan los riesgos. Esta reflexión coloca al hijo al centro de la discusión ética, ya no más como "derecho" (ninguna persona es un derecho para otra) sino como un sujeto personal y necesitado de cautela desde el acto de su concepción.
Y tal vez es propio de la profundización del interés del niño, el punto desde el que se debe partir para el debate sereno de la ética de la fecundación humana.
Publicado en L'Osservatore Romano el 10 de enero de 2009. Traducción de ACI Prensa