Con todo su corazón amó a su Hacedor (Eco 47,10)
Piadoso Hermano de Obediencia, ejemplo de religiosidad sencilla y profunda. Gran trabajador, con dotes de organizador y muy dado a las Matemáticas, lo que le valió el haber sido profesor de los aspirantes al ingreso en la Orden. Hizo honor a su nombre, no sólo siendo obediente hasta la muerte, sino obedeciendo lo mejor que podía.
Al llegar la persecución contaba 67 años de edad y 37 de vida religiosa, pero por sus achaques no estaba en condiciones de largas caminatas. Al ver que su presencia en casas particulares comprometía y él no podían andar, optó por dejarse en manos de la Providencia y quedó sentado en un banco de la plaza del pueblo. Apresado fue conducido a Alcañiz, pero devuelto a Calanda para ser juzgado. En la cárcel encontró los otros miembros de la Comunidad y todos se prepararon para la hora final. Juntos recibieron la palma del martirio el 29 de julio del mismo 1936.