La persecución religiosa desatada en España se dio entre los años 1931 al 1939; el régimen ateo, laico y laicista provocó la mayor persecución religiosa jamás conocida y muchos murieron. Ante quienes despreciaban a la Iglesia y buscaban su destrucción, bastantes afrontaron la muerte por amor a Dios y a Jesucristo, con firmeza y paciencia. Los casos que mostramos "confesaron" su fe hasta derramar su sangre. El martirio fue, por tanto, la prueba suprema de su amor a Dios: "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos".
La historiografía moderna ha demostrado, y en la documentación presentada a la Congregación romana para las Causas de los Santos ha quedado claramente probado, que en el período 1931-1939 en España se persiguió a los cristianos en nombre de principios masónicos, comunistas y anarquistas.