Maestro en la fe y en la verdad (1 Tim 2,7)
A sus 50 años bien cumplidos estaba en un gran momento de su vida, con frutos ciertos y maduros. Por la ejemplaridad de su vida religiosa y fidelidad a la observancia regular, dejaba entrever su santidad. Por su dedicación al estudio y enseñanza, escritor y publicista, se granjeó el dictado de sabio por lo que fue honrado con el título de Maestro en Teología. Las cátedras del Seminario Conciliar y el Estudio General de Valencia fueron sus campos de trabajo. Por otra parte, se distinguió por su sencillez y cordialidad, que tanto honra a los grandes hombres.
Su destino era Valencia, pero al estallar la revolución estaba de paso en Barcelona, y no pudo continuar su ruta. Al dejar el Convento se refugió en una familia amiga. Pudo pasar desapercibido unos meses, pero no faltó la denuncia frecuente entonces. Detenido e interrogado sobre su condición sacerdotal, lo afirmó rotundamente. Dijo que prefería la muerte a ofender a Dios negando su misión como sacerdote.
Fusilado pocos días después, santamente preocupado por el encuentro con la majestad de Dios, cuya grandeza intuía como sabio.