"Los creyentes acudían asiduamente a la enseñanza, a la fracción del pan y a las oraciones... tenían un solo corazón y una sola alma." (Hch. 2, 42 y 4, 32).
Carmen García, penúltima de cinco hermanos, nace el 13 de Septiembre de 1888 en la ciudad francesa de Nantes. Hija de padre español y madre francesa, a los ocho días recibe las aguas bautismales en la parroquia de Notredame de Bon Port de su ciudad natal.
Educada religiosamente, Carmen da muy pronto muestras de sus verdaderos sentimientos cristianos, que posteriormente defiende con todas sus fuerzas. Mujer de temperamento heróico y de una amabilidad sin límites, se revuelve valiente sintiendo hervir en su interior la ira de Dios, cual otro San Juan Eudes ante un hereje, para defender sus propios derechos y los de la Iglesia.
A principios de siglo la familia García-Moyon vuelve a España, instalándose en la ciudad de Segorbe, Castellón. Seguramente que por el contacto de la joven Carmen con las hijas del Venerable Luis Amigó prende en ella la vocación religiosa. De hecho el 11 de enero de 1918 ingresa en la congregación de las Terciarias Capuchinas y, al concluir sus votos religiosos, no los renueva. En 1926 la encontramos ya en la ciudad de Torrent, Valencia.
En seguida entra en contacto con los frailes del convent de Monte Sión. Con el tiempo la francesita, así se la conocía, se emplea en dar catequesis a los niños del convento, repasar las ropas sagradas, limpieza de la hermosa iglesia, y hasta puso un taller de costura en su casa, donde enseñaba a las jóvenes torrentinas el arte de coser, zurcir y bordar ropas. Una verdadera catequista, cooperadora parroquial y trabajadora social.
Sus convicciones religiosas le llevan a sufrir muerte violenta la noche del 30 de enero de 1937 en el Barranc de les Canyes, frente a la casa de Camineros, camino de Montserrat. ¡Viva Cristo Rey! fueron sus últimas palabras.
Quienes la conocieron nos dicen que Carmen, humanamente, era muy cariñosa y comprensiva; físicamente era de pequeña estatura, llenita, bien parecida y de mirada serena y penetrante; y moralmente, una persona muy religiosa y sumamente piadosa. Fue una auténtica líder del pensamiento cristiano femenino.