En todas sus empresas dio gracias a Dios (Eco 47,9)
Humanamente se le podía considerar buen pedagogo, pastoralmente fue un predicador apóstol de la doctrina social de la Iglesia. Excelente compañero en la vida comunitaria, dotado de gracia especial para la convivencia. Espiritualmente era de profunda piedad y vigoroso sentido ascético.
Se le veía a veces un tanto abatido ante el futuro que intuía conflictivo. Era un fondo de humildad y conciencia de pequeñez que le hacía sentirse poca cosa en momentos difíciles. No le importaba morir, pero le preocupaba el no estar a la altura de las circunstancias.
Sin embargo hizo frente a momentos duros. Fue rechazado en varias casas, ya que la presencia de un fraile resultaba peligrosa. Saboreó la amargura de quienes se lo habían ofrecido todo y a la hora de la verdad, se lo negaron todo. No le quedó más refugio que sentarse en un banco de la plaza de Calanda y esperar. Poco después era apresado y conducido donde estaban los demás. Aquella misma noche fueron fusilados.