Donde hay humildad, allí hay sabiduría (Prov 11 ,2)
De familia noble, educación exquisita, formación humana completa y gran poder de captación. A punto de terminar la carrera de Derecho, renunció a todo y solicitó ser religioso en calidad Hermano Cooperador. Tuvo que luchar mucho pues la mayoría consideraron un desacierto su decisión. Veían en él un prometedor candidato para el sacerdocio. Pero Lamberto se mantuvo fiel a su carisma personal.
A mediados del 1936 era novicio-cooperador en el Convento dominicano de Calanda (Teruel). Al llegar la persecución la Comunidad tuvo que desperdigarse, pero fray Lamberto quiso quedarse con los religiosos mayores en el Convento y sufrir la suerte de los mayores. Con ellos fue detenido el 28 de julio y conducido a la cárcel.
Sometido con los demás a un simulacro de juicio, se les decretó condena de muerte. Después de muchos malos tratos de palabra y de obra, fueron cargados en un camión y conducidos al lugar del martirio. Rezando el Rosario en voz alta y perdonando de corazón a sus verdugos, fueron fusilados a unos seis kilómetros del pueblo, mientras ellos proclamaban «¡Viva Cristo Rey!». Era media noche del 29 de julio.
Fray Lamberto tenía 25 años de edad y Llevaba dos meses y algunas semanas de novicio en la Orden.