Florentín Pérez nace en Valdecuenca, pueblo turolense de la Serranía de Albarracín, el 14 de marzo de 1902. Son sus padres Francisco e Ignacia quienes, enseguida de nacer, lo presentan al cura del pueblo para que le administre las aguas bautismales.
Huérfano de padre, es internado en el Asilo San Nicolás de Bari, de Teruel, regentado por los religiosos terciarios capuchinos. Con ellos aprende las primeras letras, recibe su primera comunión y realiza todos sus estudios. Ya desde niño muestra disposición por la música, dedicación al estudio e inclinación a la oración.
El 15 de septiembre de 1919 viste el hábito religioso y dos años después, el día de la Virgen de los Dolores, emite sus primeros votos religiosos. Y en 1927 profesa perpetuamente. Al año siguiente es ordenado sacerdote por el fundador Venerable Luis Amigo.
El P. Florentín da comienzo a su ministerio sacerdotal en la escuela de reforma Nuestra Señora del Camino, en Pamplona (Navarra), pasando enseguida a la escuela seráfica de San Antonio, en la misma ciudad. De 1930 a 1935 ejercita su ministerio en el convento de Nuestra Señora de Monte Sión, como profesor de música y educador de niños. La revolución le sorprende en la casa noviciado San José de Godella, Valencia.
Uno de los días, con los padres Francisco de Ayelo, Antonio de Masamagrell y algún novicio más, compareció ante el pelotón de milicianos dispuesto a morir. Los padres se dieron mutuamente la absolución y se prepararon para el martirio.
Salvada la vida por esta vez, halla refugio en casa de un bienhechor de Benaguasil, pero al fin fue apresado. Pasa tres días en la cárcel del pueblo. Finalmente, junto con fray Urbano Gil, es sacrificado el 23 de agosto de 1936 en la salida a la carretera de Pobla de Vallbona a Lliria.
El P. Florentín, físicamente un haz de sarmientos, tenía un carácter alegre y bondadoso, sin hiel ni malicia, y con facilidad se ganaba la simpatía de todos. Era un espíritu sencillo, piadoso, infantil. Era dulce, amable y paciente... Era un ángel. De espíritu candoroso e inocente, siempre profesó una gran devoción a la Virgen de los Dolores.