¿Qué es una secta?

Según explica Manuel Guerra Gómez -quien ha publicado más de 70 artículos sobre temas filológicos-teológicos y de historiografía religiosa- una secta "es un grupo autónomo, no cristiano, fanáticamente proselitista, exaltador del esfuerzo personal, expectante de un inminente cambio maravilloso, ya colectivo (de la humanidad), ya individual (o del hombreen una especie de superhombre)".

El autor señala que la secta siempre es un grupo. Los adeptos de las sectas viven de ordinario sometidos a la "dinámica grupal", que aísla del mundo exterior, ajeno al grupo mismo, y contribuye eficazmente a la convergencia de todas las fuerzas en la misma dirección, a saber, la transmutación de la forma propia y anterior de pensar, el cambio de personalidad. El número reducido de adeptos tiene su importancia, pues facilita la acogida más cálida, el saberse querido, la pertenencia más personalizada y comprometida, etc.

El cristianismo abarca a los católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes. Una secta es un grupo no cristiano en primer lugar porque no admite el mínimo dogmático requerido para ser cristiano protestante; también porque las sectas de origen e impronta cristiana creen que la Revelación divina está abierta no solo hasta la muerte del último Apóstol (como los cristianos), sino al menos hasta la muerte de su fundador.

Las sectas o marginan la Biblia, que queda convertida en uno de tantos libros de índole religiosa, o en las de origen cristiano, aunque tenga un valor o autoridad especial y en cualquier caso es inferior al de los libros del fundador de la secta.

Otra de las características de las sectas es que son fanáticamente proselitistas. El proselitismo se refiere a algo accesorio, a saber, al modo de transmitir las propias creencias. etc. Siempre es más importante "el qué" -lo transmitido- que "el cómo" se transmite.. No obstante, si se preguntara en una encuesta cuál es la característica del «sectario» y de las «sectas», no pocos contestarían que el proselitismo.

Pero éste está exigido por la dimensión social, por la misma naturaleza de la verdad y del bien, que son difusivos de sí mismos, y por la constitución psicosomática del hombre, por la cual lo interior (creencias, etc.), si no es obstruido, sale hacia fuera, hacia los demás e irradia en su entorno, ya por transpiración, ya por desbordamiento.

Otra de las características es el esfuerzo personal. Para las sectas todo es obra del esfuerzo de los adeptos con la ayuda del grupo, pero sin la gracia divina. Prescindo de las excepciones (Soka Gakkai, iglesia cristiana palmariana, etc.) confirmatorias de la ley general, o sea, de las sectas en las que se cuenta con la ayuda divina, con la oración, etc.

Existe además la difusión de un inminente cambio maravilloso, ya colectivo , ya individual: Las sectas dan por supuesto que la humanidad de nuestro tiempo se halla en un período de decadencia, especie de Edad de Hierro de las mitologías de los pueblos indoeuropeos. El inminente cambio colectivo puede ser de naturaleza:

a) apocalíptica: fin del mundo (Testigos de Jehová, Misión Rama, Iglesia universal y triunfante, Iglesia universal de Dios, etc.), catastrófica aunque sin fin del mundo (final de cada ciclo cósmico: harekrisnitas, etc., y demás sectas de origen hindú, también las budistas, etc.; guerra nuclear: mormonismo, etc.);

b) utópica, bucólica o advenimiento de una nueva era, al modo de la mitológica Edad de Oro: Era Acuario (Nueva Era, Escuela arcana, Buena voluntad mundial, etc.), Nuevo Orden (masonería, etc.); el paso a un paraíso extraterrestre (sectas ufónicas: Misión Rama, Puerta del Cielo, etc.).

El cambio maravilloso individual suele consistir en la transformación del «hombre» en una especie de «superhombre». Es, de ordinario, la aspiración de las sectas "desacralizadas, esotéricas, etc.", así como de los métodos llamados del potencial humano:

a) Dianética (vinculada a la Iglesia de la cienciología): meditación trascendental, Método Silva del control mental, Instituto Arica, I AM/YO SOY (Nueva Era), yoga (hinduismo y sus sectas), zen (budismo), etcétera.
Lo peligroso de esta transformación psicológica radica en que cada uno debe actuar según su conciencia, aunque sea errónea. Y lógicamente el que se cree «superhombre» no puede no mirar con conmiseración a los simples «hombres», a los cuales forzará a aceptar de grado o por fuerza sus deseos de superdotado.

La categoría «secta», como cualquier «especie», abarca muchos «individuos», dotados de sus rasgos individuales o individuantes, respecto de los restantes individuos de la misma especie. Cada secta tiene sus rasgos individuantes o diferenciadores de las demás sectas y, además, los específicos o comunes a todos los individuos de la misma especie, a todas las sectas.

Conviene recordar que la condición específica o definitoria de un rasgo no quiere decir que se da necesariamente en todos los individuos de la misma especie; por ejemplo, la racionalidad y el habla son rasgos definitorios del hombre, a pesar de haber hombres locos y mentecatos, mudos y tartamudos. Aunque de hecho carezcan de ellas, la racionalidad y el habla les pertenecen exigitivamente.

En torno a esta problemática religiosa contemporánea se han elaborado varias pretendidas "verdades" aceptadas acríticamente por la mayoría de nosotros. Una de ellas es la afirmación de que el fenómeno sectario es un hecho propio del ámbito de la experiencia religiosa, a punto tal que el término "secta" se identifica espontánea y popularmente hoy con "secta religiosa".

Esto es sociológica, psicológica e históricamente incorrecto. Como ya explicáramos, la conciencia sectaria es una realidad propia de la condición humana, un fenómeno propio del campo de la psicología y la sociología; es decir, el comportamiento sectario es posible que se manifieste en cualquiera y todos los ámbitos propios del accionar humano. Así lo hemos sostenido al hablar del fenómeno subyacente de las que hemos denominado "conductas sectarias". Podemos encontrar conductas y organizaciones sectarias en todos los ámbitos de la convivencia humana: los partidos políticos, la organización comunitaria, el deporte, etc.

Otra de estas "verdades" dogmáticamente aceptadas hoy, es la creencia de que este es un fenómeno casi exclusivo del siglo XX. Esto es igualmente erróneo; no sólo porque es un hecho histórico fácilmente comprobable el que los grupos de origen cristiano más importantes encuentran su origen en el siglo pasado (Mormones, Testigos de Jehová, etc.); sino también porque como se trata de una realidad propia de la naturaleza humana herida por el pecado original, fenómenos tales como el fanatismo y el fundamentalismo, así como el del sectarismo, no sólo han impregnado todos los ámbitos de la convivencia humana sino también toda su historia.

Difícilmente podamos encontrar período de la historia de la civilización en el que la sociedad no se haya visto atenazada por organizaciones como las que nos ocupan.

Es que en el fondo de esta experiencia deformante que hoy denominamos "secta", se encuentra una tendencia inserta en el mismo corazón del hombre que lo lleva a afirmar más fácilmente la división que a trabajar por la unidad y la concordia; y que los cristianos hemos de afirmar que reconoce su origen en aquel infausto diálogo que sostuviera Eva con la Serpiente: "...Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal".

Ser "conocedores del bien y del mal", ser dueños del bien y del mal, es básicamente la tentación de la autarquía, de ser los propios señores, de constituirnos en el propio centro y punto referencia; he aquí la raíz de la división, del enfrentamiento, y por supuesto, también la raíz de nuestra atomización social, cultural, y religiosa.

Podemos entonces afirmar que la causa última de este fenómeno de explosión de la experiencia religiosa al que asistimos contemporáneamente, de su disgregación y atomización, es en definitiva la causa única de la presencia del mal en el mundo: el pecado original.

En definitiva, podríamos afirmar que la primera secta, la secta originaria y primigenia, es la constituida por los adoradores de sí mismos, los que enarbolan su pretensión de "ser como dioses" como bandera y divisa. Son secta porque se han cortado, desgajado del tronco original, porque han seguido las enseñanzas de un maestro particular: el Tentador. Y así se han separado de la comunión de los adoradores del único Dios verdadero.

Son secta porque absolutizan una verdad parcial: que el hombre es Señor de todo lo creado. Y se olvidan de la verdad primera: que el hombre es también una creatura. Todas las "sectas" que se han presentado a lo largo de los siglos no son más que formas, variantes propias de cada lugar y circunstancia histórica, de una primera y misma ruptura, la única verdaderamente original.


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