Isabel nació el 18 de julio del año 1880 en una base militar en Avor, cerca de la localidad de Bourges en Francia, y fue bautizada cuatro días después.
En 1887, poco tiempo después que la familia se mudó a Dijon, su padre murió. El 19 de abril de 1891 ella hizo su Primera Comunión: ese día Isabel comenzó su dura lucha para “vencerse a sí misma por amor”, aprendiendo a controlar su temperamento voluntarioso, ardiente e impetuoso. Progresivamente atraída por Cristo, en 1894 Isabel hizo un voto de virginidad. Sintiéndose llamada a la vida religiosa, ella pidió permiso a su madre para entrar en el Carmelo de Dijon. Obedeció a su madre que se opuso y le prohibió visitar el monasterio. Ella sólo pudo acudir de visita a partir del 2 de agosto de 1901.
Fue una buena pianista y ganó muchos premios. Era alegre y activa en la vida parroquial y social de su pueblo. Antes de su ingreso al monasterio vivió un tiempo aprendiendo a descubrir a Cristo en todas las cosas, entregándole su corazón a Él, incluso cuando estaba ocupada en varias actividades, participando en bailes y pasando tiempo con sus amigos.
El 8 de diciembre de 1901 la vistieron con el hábito religioso y le dieron el nombre de Isabel de la Trinidad. Su unión con la Santísima Trinidad creció en las profundidades de su alma. Mirando a María, ella aprendió a salvaguardar la presencia del Dios vivo y a hacer cada día la voluntad del
Señor con generosidad, contemplando el “más grande amor” manifestado en Jesús Crucificado. Algunos meses después de su profesión religiosa, realizada el 11 de enero de 1903, se manifestaron los primeros síntomas de la enfermedad de Addison, que la condujo a la muerte en medio de atroces sufrimientos. Ella aceptó todo con paz y abandonándose con confianza en la misericordia de Dios. Vio en su enfermedad una ocasión propicia para conformarse a su Esposo crucificado, así como ella deseaba ardientemente ir a la gloria trinitaria de la comunión de los santos.
La Hermana Isabel de la Trinidad murió el 9 de noviembre de 1906 a los 26 años.