(María de los Ángeles Guerrero González)
Ángela de la Cruz Guerrero González nació en Sevilla el 30 de enero de 1846. Desde muy pequeña tuvo que abandonar la escuela para trabajar como obrera en un taller de zapatería. En 1871, con un acto privado prometió al Señor vivir según los consejos evangélicos.
En su experiencia de oración vio una cruz vacía frente a la de Cristo crucificado y recibió la inspiración de inmolarse junto a Él por la salvación de las almas. Esta experiencia espiritual esclareció el horizonte de su vida y la del Instituto que iba a fundar. Obedeciendo a su director, comenzó a escribir un diario espiritual en el que fue detallando el estilo de vida de sus hijas. En 1875 dio comienzo el Instituto de Hermanas de la Compañía de la Cruz que se distinguiría por el servicio a Dios en los hermanos más pobres “haciéndose pobre con el pobre para llevarlo a Cristo”.
Este lema fue llevado a su vida y fundamenta la espiritualidad y misión de la Compañía de la Cruz. Admirada de todos y llamada por el pueblo “madre de los pobres”, despreciando toda gloria humana y buscando la total humillación, se durmió en el Señor en Sevilla a la edad de 86 años el 2 de marzo de 1932.
Fue canonizada por el Papa Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.
Fuente: www.vatican.va
TEXTOS DE SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ
-Yo conozco que no he empezado todavía este camino de sacrificio y que la víctima debe ser lo más hermoso del rebaño y yo soy una ovejita negra, la más negra del rebaño de su pastor.
-Los medios para que esta ovejita alcance la hermosura de una víctima ya aceptada por Dios son cuatro: Obedecer, callar, sufrir y morir.
-¿Qué les pasaría a los santos en su interior para que sus acciones fueran tan agradables a los ojos de Dios? Querría entrarme en el interior de uno para aprender.
-Sí; eso es lo que yo ambiciono, amor y más amor, santidad y más santidad, perfección y más perfección.
-Las virtudes que deben brillar más en mi son: la pobreza, el desprendimiento de todo lo terreno y la santa humildad...; a mí me quiere nuestro Dios desconocida de todo el mundo, de tal manera que no vez en mí otra cosa que una gran pecadora cubierta de deshonra y de ignominia. Quiere Nuestro Señor que yo baje tanto, tanto, que no haya otro estado tan bajo, tan despreciable, tan humillante a que yo no pertenezca. Y esto que siga hasta después de mi muerte.
-Padecer lo que Dios nos mande muy conforme, sin desear otra clase de padecimientos, aunque no sean tan penosos. Padecer en silencio y sin quejarse. Padecer sin cansarme, deseando se aumente el penar. Padecer con alegría y paciencia inalterable, sin buscar alivio ni descanso ni consuelo, sino en la obediencia.
-La primera pobre, yo... Me consideraré interina en el cargo, desearé sentir los efectos de la pobreza y me alegraré cuando los sienta; estaré pronta para dar todo lo que haya en las casas, teniendo abandono total en Dios y en su Providencia.
-Son mendigas que todo han de recibirlo de limosna; sólo quedan con sus verdaderos hermanos los pobres, que son ya sus amigos, sus hermanos e hijos; y las pobres niñas que educan, las cuales no pueden darles puestos ni honores en la sociedad.
-Hice también la resolución de servir a mis hermanos en la condición de criada, mirando en ellos sólo lo que tienen de Dios y también para predicarles con mi ejemplo; que no vieran en mí nada que pudiera hacer la virtud reprensible.
-Mi corazón se multiplica para ser entero para cada uno de los pobres que se ven necesitados, y me ocupo de sus penas como mías.
-María, nuestra amorosa Madre, será desde hoy nuestra Maestra, y nuestra Superiora y nuestra Hermana Mayor.
-Jesús, María y José, ayudadme a obedecer.
-Dios me hizo comprender lo que vale la humillación.
-Hijas mías, nuestro país es la Cruz, que en la Cruz voluntariamente nos hemos establecido y fuera de la Cruz somos forasteras.
Fuente: www.sereismistestigos.com