Beata Vicenta Chávez Orozco

Bautizada con el nombre de Dorotea, la madre Vicenta nació en Cotija (Michoacán) en 1867. Su vida sencilla y ordinaria se vio interrumpida por un acontecimiento que la cambiaría para siempre. A los 25 años de edad, fue internada en el hospital de la Santísima Trinidad de Guadalajara (Jalisco) donde la experiencia de dolor la fue preparando para escuchar el llamado de su vocación.

Ella misma compartía que "por señalado favor de Dios, el mismo día que ingresé al hospital, concebí la idea y tomé la resolución de consagrarme al servicio de Dios Nuestro Señor y Salvador en la persona de los pobrecitos enfermos".

En efecto, a los pocos meses decidió quedarse para siempre en el hospital. Sin embargo, en 1898 todas las enfermeras decidieron abandonarla a ella y a los otros enfermos. Esto no fue ocasión de desaliento sino que ésta como otras circunstancias la empujaron a fundar la congregación religiosa de las "Siervas de los Pobres".

Doce años después, la madre Vicenta y su congregación intensificaron su labor de asistencia cuando unos violentos terremotos azotaron la localidad de Zapotlán el Grande donde se encuentra el Hospital de San Vicente. La madre Vicenta sufrió de la persecución religiosa que estalló en México en 1926.

La obligaron a cerrar la capilla de la casa generalicia de la congregación. Sin embargo, a escondidas la religiosa continúo su labor de ayuda a los más necesitados hasta el año 1949 en que falleció, víctima de un síncope cardiaco.
La madre Vicenta Chávez realizó el milagro necesario para su beatificación que se celebró el 9 de noviembre de 1997.

Se trata de a un niño a quien le iban a amputar una pierna. Su postulador cuenta que "la madre del niño invocó a la madre Vicenta y milagrosamente le salvaron la pierna, a pesar de que estaba infectada de gangrena".