En varias regiones de Christendom es honorada bajo este nombre una piadosa matrona de Jerusalén, quien durante la pasión de Cristo, como una de las santas mujeres que le acompañó al Calvario, le ofreció una toalla, en la cual quedó la impresión de su rostro. Ella fue a Roma llevando consigo la imagen de Cristo, la que fue expuesta a la veneración pública.