La beata Mercedes Molina es llamada también “La Rosa del Guayas”, cuyo nombre fue tomado de la Provincia del Guayas. Fue una mujer ecuatoriana que vivó en castidad, estuvo pendiente de los necesitados y tuvo un impulso misionero que la llevó a fundar el primer instituto de educación para las mujeres.
La beata Mercedes Molina nació el 20 de febrero de 1828, en Baba, ubicado en la provincia de Los Ríos (Guayaquil), en el seno de una familia acaudalada. Su padre murió cuando tenía dos años, dejando a su madre a cargo de sus hermanos. Ella les enseñó a ser caritativos con el prójimo, a ser justos y firmes. Desde su infancia Mercedes era una niña de singular belleza y muy virtuosa.
A los trece años su belleza atrajo a muchos pretendientes. En su juventud vivió la ilusión del amor, pero nunca llegó al desenfreno. En 1841 fallece su madre y queda a cargo de sus dos hermanos. En 1849 renuncia a un brillante matrimonio y repartió su cuantiosa herencia entre los necesitados. La beata se dedicó a realizar labores caritativas, como trabajar en un orfanato. Mercedes cuidaba de los huérfanos con amor, curando sus enfermedades. En este periodo comienza a sentir que su vocación era la misión hacia los más vulnerables.
El 14 de abril de 1873 fundó el Instituto “Hermanas de Mariana de Jesús”, el primer instituto religioso en el país. Se le considera como la pionera en la educación de la mujer porque en esa época la educación estaba dirigida a los varones. La educación femenina era a través de maestros particulares o institutrices. En 1870 viajó al norte de Ecuador para evangelizar a la tribu de los jíbaros.
La beata realizó continuos ayunos y mortificaciones. Durante toda su vida fue ejemplo de amor al prójimo y de sacrificio. Falleció el 12 de junio de 1883.
Fue beatificada por el papa San Juan Pablo II el 1 de febrero de 1985, durante su visita a Guayaquil. Sus restos están en Riobamba, en la casa donde fundó la Congregación de las Marianitas.