En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Oración preparatoria para todos los días
Señor Dios nuestro, que en los designios de vuestra bondad adorable predestinasteis a San Antonio María Claret para el ministerio apostólico de la salvación de las almas y le previnisteis con especiales dones de gracia, a fin de que fuera dechado de santidad en los distintos estados de la vida cristiana. Yo os alabo y doy gracias por los tesoros de virtud que depositasteis en su alma, sobre todo aquel espíritu de caridad con que acogía a cuantos recurrían a él en sus necesidades espirituales y temporales. Concededme la gracia de saber seguir sus ejemplos e imitar sus virtudes, y especialmente la que vengo a pediros en esta Novena mediante su poderosa intercesión ante Vos. Os la pido también por el Corazón Inmaculado de María, de cuyas glorias y misericordia le hicisteis apóstol predilecto. Amén.
Meditación del sexto día
No es posible la vida cristiana sin el espíritu de penitencia, ni menos la santidad sin la práctica de la mortificación. ¡Qué ejemplo nos da de ello San Antonio María Claret! La comenzó ya de joven, y le acompañó toda la vida. Tres días a la semana se ponía el cilicio; otros tres se disciplinaba; ayunaba los viernes y sábados. De estudiante, se levantaba muchas veces de la cama, exclamando: «¡Señor! ¿Vos en un pesebre, y yo en una cama? ¡Jesús mío! ¿Vos en la cruz, y yo en un blando lecho?» Y se entregaba así a la penitencia. En su vida de misionero, comía frugalísimamente; no probaba la carne ni el vino; dormía muy poco, y las más de las veces, recostado en una silla; hacía siempre los viajes a pie, privándose de todo refrigerio. Más extraordinarias fueron sus penitencias cuando arzobispo y cuando confesor real, por las especiales circunstancias en que se mantenía fiel a su plan de austeridad y de privaciones. Y a estas mortificaciones voluntariamente tomadas, ¿cómo no sumar las que le venían de los mismos ministerios, de los elementos, de la persecución de los malos? Bien pudo exclamar, al fin de su vida, que llevaba en su carne los estigmas de Jesucristo.
Invocación del sexto día
¡0h glorioso San Antonio María, que por el ejercicio constante de la penitencia y por la paciencia admirable en sufrir toda clase de persecuciones llevaste impresa en tu cuerpo la mortificación de Cristo, viviendo crucificado al mundo y a la carne! Alcánzanos el espíritu de penitencia con que sepamos dominar las pasiones, huir de los falsos halagos del mundo y seguir a Jesús por el camino de la cruz, hasta merecer los premios de la. gloria. Amén.
Invocaciones para todos los días
1. Glorioso San Antonio María, confesor y Obispo de la Iglesia: alcánzanos tu amor a la Iglesia santa y una fidelidad inquebrantable a todas sus enseñanzas y preceptos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
2. Glorioso San Antonio María, Apóstol de la Santísima Virgen: alcánzanos tu devoción a su Inmaculado Corazón, y mediante ella la salvación de nuestras almas. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
3. Glorioso San Antonio María, ilustre Fundador de Congregaciones religiosas: alcánzanos un ardiente amor a Jesús, para seguir sus pasos hasta la cumbre de la perfección cristiana. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración final para todos los días
V. Ruega por nosotros, San Antonio María.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Señor Dios, que adornasteis con virtudes apostólicas a vuestro bienaventurado Confesor y Pontífice Antonio María, y por su medio reunisteis en la Iglesia nuevas familias de clérigos y de vírgenes: os suplicamos nos concedáis que, instruidos con sus saludables enseñanzas y confortados con sus ejemplos, podamos felizmente llegar a Vos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo