En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Oración preparatoria para todos los días
Señor Dios nuestro, que en los designios de vuestra bondad adorable predestinasteis a San Antonio María Claret para el ministerio apostólico de la salvación de las almas y le previnisteis con especiales dones de gracia, a fin de que fuera dechado de santidad en los distintos estados de la vida cristiana. Yo os alabo y doy gracias por los tesoros de virtud que depositasteis en su alma, sobre todo aquel espíritu de caridad con que acogía a cuantos recurrían a él en sus necesidades espirituales y temporales. Concededme la gracia de saber seguir sus ejemplos e imitar sus virtudes, y especialmente la que vengo a pediros en esta Novena mediante su poderosa intercesión ante Vos. Os la pido también por el Corazón Inmaculado de María, de cuyas glorias y misericordia le hicisteis apóstol predilecto. Amén.
Meditación del séptimo día
Enseñan los Santos que la humildad es el fundamento de la perfección, la primera virtud del cristiano. Sobre este fundamento trató San Antonio María de levantar el templo de su santidad. Por ello se entregó tan completamente a su ejercicio. Con la consideración de su nada, con la meditación de las divinas excelencias, con el examen diario sobre esta virtud; sobre todo, con el ejercicio constante de actos de humildad. Por más de veinte años llevó el examen particular sobre el ejercicio de esta virtud. Hacer actos públicos de humildad, como besar los pies de los otros, servirles en la mesa, hacer los oficios más abyectos, fue práctica frecuente de toda su vida, aun cuando arzobispo y confesor real. Sobre todo, su humildad brilló heroica en el silencio y paz con que sufrió las más horribles calumnias en su fama y en su vida, sin salir nunca en propia defensa ni permitir que otros lo hicieran. Ni las aclamaciones le ensalzaban, ni la persecución le abatía; con igual modestia y sencillez en las dignidades que en la oscuridad de sus ministerios apostólicos; llano con los pobres y menesterosos, fuerte y desinteresado con los grandes. Buscaba siempre a Dios; quería imitar a Jesús, manso y humilde de corazón.
Invocación del séptimo día
¡Oh glorioso San Antonio María, que, para seguir más perfectamente a Jesús, te abrazaste con las humillaciones y los desprecios, no buscando más que la gloria de Dios en todo! Alcánzanos la humildad de corazón, con la que sepamos combatir la soberbia de la vida, someternos en todo a la divina voluntad y glorificar a Dios en esta vida para poseerlo felizmente en la eterna. Amén.
Invocaciones para todos los días
1. Glorioso San Antonio María, confesor y Obispo de la Iglesia: alcánzanos tu amor a la Iglesia santa y una fidelidad inquebrantable a todas sus enseñanzas y preceptos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
2. Glorioso San Antonio María, Apóstol de la Santísima Virgen: alcánzanos tu devoción a su Inmaculado Corazón, y mediante ella la salvación de nuestras almas. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
3. Glorioso San Antonio María, ilustre Fundador de Congregaciones religiosas: alcánzanos un ardiente amor a Jesús, para seguir sus pasos hasta la cumbre de la perfección cristiana. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración final para todos los días
V. Ruega por nosotros, San Antonio María.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Señor Dios, que adornasteis con virtudes apostólicas a vuestro bienaventurado Confesor y Pontífice Antonio María, y por su medio reunisteis en la Iglesia nuevas familias de clérigos y de vírgenes: os suplicamos nos concedáis que, instruidos con sus saludables enseñanzas y confortados con sus ejemplos, podamos felizmente llegar a Vos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo