¡Oh mi amado y buen Jesús!
postrado en tu santísima presencia;
te ruego con el mayor fervor
imprimas en mi corazón
vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad
verdadero dolor de mis pecados
y propósito firmísimo de enmendarme,
mientras que yo,
con todo el amor y con toda compasión de mi alma,
voy considerando tus cinco llagas
teniendo presente aquello que dijo de Ti,
oh Buen Jesús, el santo Profeta David:
Han taladrado mis manos y mis pies,
y se pueden contar todos mis huesos.
(Compilado por José Gálvez Krüger)