San Manuel González, apóstol y obispo de los sagrarios abandonados. Tú, que enamorado de la eucaristía y de la presencia real de Dios encarnado en todos los tabernáculos del mundo; y ante la indiferencia, ingratitud y olvido por parte de los hombres de acompañar en amor e intimidad al Santísimo Sacramento, te ofreciste como reparador y amante del Dios escondido hasta la muerte; y pediste ser enterrado junto a un sagrario para que tus huesos gritaran: "¡ahí está Jesús! ¡Ahí está! No le dejéis abandonado." Enséñanos a tener esa intimidad con Cristo sacramentado para que nuestras almas locas de amor por Él se entreguen como ostias vivas para la salvación del mundo.
Amén.
San Manuel González. Ruega por nosotros.