Glorioso San Eduardo, tú que nos mostraste tu devoción a Dios con paciencia, gentileza y generosidad. Pide a Dios la Gracia para que podamos servirlo fortaleciendo el Reino de Dios a través de la oración paciente y ayuda a nuestros hermanos necesitados.
Enséñanos a ver en el mundo presente la preparación del otro que no tendrá fin, a juzgar los acontecimientos humanos con vistas a sus resultados eternos.
¡Ayúdanos Oh Señor Jesús! Somos tus discípulos. Ayúdanos a ser usados por ti para edificar a tu pueblo santo, ¡la Iglesia! Ayúdanos a vivir con una fe fuerte en ti, para vivir así un testimonio de obras espirituales y caridad en tu nombre.
“Al único Dios que es nuestro Salvador, la Gloria, la majestad, la soberanía y el poder por medio de nuestro Señor Jesucristo, desde antes de todos los tiempos, ahora y por todos los siglos.
Amén