Jueves 09 de Febrero de 2017

Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio. Él le respondió: "Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros". Pero ella le respondió: "Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos". Entonces él le dijo: "A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija". Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.

Comentario:

Sabemos que Jesús sobre todo realizó su misión en la zona de Galilea, pero hoy Jesús salió de la región y entró en Tiro, en tierra de extranjeros. Esto no era común, porque los israelitas no se relacionaban mucho con extranjeros, los llamaban gentiles, los consideraban inferiores por no ser de la nación escogida por Dios, los trataban de paganos y hasta los llamaban perros.

Hoy vemos que Jesús se encuentra con esta mujer y la llama así y de alguna manera haciéndolo, pone a prueba su fe. Y esta mujer responde. ¿Cuál es la respuesta que nos pide Jesús?: la perseverancia. Movida por el amor y también por el dolor y el sufrimiento, esta mujer no se rinde. Y no se va a rendir fácil, es una madre. No se deja derrotar por la primera aparente negativa y pareciera que se enfrenta con Jesús, le rebate, le argumenta, se pone terca, le insiste. Eso nos pide Jesús: con el Señor seamos insistentes. Porque la insistencia es manifestación de la fe. Expresa que tenemos la certeza que Dios nos puede dar lo que le pedimos. A veces cuando nos rendimos muy fácil en la oración, cuando nos desanimamos es justamente porque nos falta confianza en el Señor. No quiere decir que el Señor nos dará las cosas como las pedimos y cuando las queremos, pero sí podemos estar seguros que no nos dejará con las manos vacías.

Busquemos al Señor siempre. Esta mujer era una pagana, estaba alejada de Dios. Pero estaba necesitada y muchas veces el dolor y la necesidad nos abren el corazón y nos acercan a Dios.  Pidámosle a Jesús, como la mujer del Evangelio, que nos dé ese pan de la mesa, porque somos hijos. Que nos dé su Eucaristía, porque estamos hambrientos, porque nuestro corazón está buscando a Dios y necesita el alimento para el camino.

P. Juan José Paniagua