Obtenemos noticias sobre la Virgen Madre de Dios y de la Iglesia:
De las fuentes de la Revelación: Palabra de Dios escrita (Sagrada Escritura) y Palabra de Dios transmitida de viva voz a través de todas las generaciones (Tradición).
En la Biblia, en el Antiguo Testamento, nos habla de la Virgen de manera misteriosa. En el Génesis aparece íntimamente llegada a la promesa del Redentor inmediatamente después del pecado de nuestros progenitores, así como Eva estaba íntimamente ligada con Adán en la comisión de ese pecado. Las palabras de Yahvé: " Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza mientras tú te abalances a su calcañal " (Gén 3, l5), nos hacen ver a Cristo con María triunfando sobre el demonio tentador. En las personas bíblicas de Rut, Judit, Ester, así como en la Esposa de los Cantares y, sobre todo en la Hija de Sión, se ha visto vislumbrada la figura de María, así como en múltiples textos de los libros sapienciales, que la Iglesia recibe en su liturgia mariana. Así también aparece, según el mismo entender de los santos padres, la figura del misterio de la Virgen Fecunda en la nube que el profeta Elías divisara desde el Monte Carmelo, y que se convirtió en abundante lluvia (l Re l8, 44), con grandes beneficios para la tierra de Israel esterilizada tras larga sequía.
En el Nuevo Testamento aparece María aureolada de una sobriedad maravillosa que hace más admirables y llenos de frescor natural los relatos. En los Sinópticos (Evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas), especialmente en San Lucas, se nos manifiesta la presencia histórica de María en los hechos de la Infancia del Señor. El Evangelio de San Juan nos complementa, por decirlo así, la Mariología del Nuevo Testamento con el relato detallado del papel espiritual de María en las Bodas de Caná y al pie de la Cruz del Señor, en el Calvario. (Jn 2,l2, l9,25-27)
Los Hechos de los Apóstoles nos completan la figura neotestamentaria de María, describiéndonos su presencia en la naciente Iglesia del Cenáculo y Pentecostés y, por fin, en el Apocalipsis se vislumbra, según la constante interpretación de la Iglesia en sus Santos Padres y en la Liturgia, el misterio de la gloria de María.
La Tradición segunda gran fuente de la Palabra de Dios revelada, nos presenta a María, bien sea a través de las decisiones de los concilios y de los Sumos Pontífices acerca de sus diversos misterios, o bien en los comentarios de los Santos Padres y escritores eclesiásticos, así como también en las manifestaciones de la arqueología, del arte cristiano de todos los tiempos, y de la liturgia.