Los oráculos proféticos se habían ya cumplido: la herencia del pueblo escogido de Dios había pasado a poder de los Romanos y el cetro le había sido arrebatado a la casa de Judá por la dinastía pagana de los Idumeos. El Mesías debía, pues, venir ya; el mundo le aguardaba, y más todavía los Judíos.
Juan Bautista, dócil a la voz del Señor, abandona el desierto, en donde pasó toda la infancia; y viniendo a la región de Jordán junto a Betania, administra el bautismo de penitencia para preparar las almas a la venida de Cristo. Sus virtudes son tan excelsas, que se dirá ser el mismo Mesías; por lo cual los fariseos le envían desde Jerusalén una legación de sacerdotes y levitas para informarse de ello. Mas Juan les responde que él es aquél de quien Isaías dijo: “Yo soy la voz que clama en el desierto: allanad los caminos del señor”. Jesús va entonces al Jordán para ser bautizado por Juan, y éste declara que Él es el Cordero de Dios, cuya sangre borrará los pecados de los hombres.
Luego Juan Bautista es apresado en el castillo Maqueronte, al oriente del Mar Muerto, y allí tiene noticia de los innumerables milagros que obra Jesús, y probablemente de la resurrección del hijo de la viuda de Naín, acaecida en Galilea en el año segundo de su ministerio público. Entonces Juan envía desde la cárcel dos de sus discípulos, para que Cristo manifieste públicamente a todos su divina misión. “¿Eres tú el que debe venir?”. Jesús responde con las palabras: “Dios mismo vendrá y nos visitará. Entonces los ojos de los ciegos verán, y las orejas de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo y será desatada la lengua de los mudos”. Todos estos portentos vaticinados por Isaías los obra el Hijo de María: luego Él es el Mesías.
Respecto de Juan, prosigue el Maestro, de él dejó escrito Isaías: “He aquí que yo envío delante de vosotros a mi Ángel para que os preceda y os prepare el camino”. Juan es el precursor de Jesús y “ha venido para dar testimonio de la Luz”, testimonio que dio ya a los judíos en su tiempo y que sigue dándonos todos los días en el último Evangelio y todavía con mayor insistencia en los Evangelios del Adviento.
Trascrito por José Gálvez krüger para Aci Prensa
Tomado de: DOM Gaspar Lefèbvre O.S.B, de la Abadía de S. Andrés
(Brujas, Bélgica)
Misal Diario
Desclée De Brouwer y Cia, Brujas, Bélgica