Domingo 28 de mayo de 2017


Evangelio:

Mateo 28:16-20
16 Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
17 Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
18 Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
19 Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»


Meditación: 

El Señor, después de haber resucitado está 40 días con sus discípulos y finalmente asciende a los cielos. Pero no se va a ir sin dejarnos un encargo, va a revelarnos cuál es la misión esencial del cristiano y nos va a decir: vayan y hagan discípulos míos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Esa es la misión del cristiano, llevar a Cristo a todos los hombres, que todos se puedan encontrar con Jesús. Ésa es la misión que nos confía. Porque ha comenzado el tiempo de la Iglesia. Es como cuando en un país hay cambio de mando, el Señor parte al cielo y nos deja su misión, para que seamos sus sucesores, continuadores de lo que Él comenzó. Él pudo haberlo hecho todo solo, pero ha querido necesitar de nosotros, para unirnos más a Él, para que no seamos solamente receptores de su bien, sino al mismo tiempo, colaboradores con Él. Por eso Jesús parte al Cielo, no para dejarnos solos, sino para que maduremos porque Él sigue acompañando a su Iglesia.