(tomados de la)
Novena a Jesús Nazareno centro de todo amor en el piadoso paso de la cruel bofetada Que sufrió en la casa del Pontífice Anás ¡Oh de mi vida, amor ensangrentado!
Libra mi alma y mi cuerpo del pecado
Oh Jesús, con salivas afeado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh cuello, con tal soga lastimado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh rostro tierno, de mi pecho amado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh Cristo, con crueldades maniatado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh bellísimo rostro abofeteado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh corazón sin lástima angustiado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh mi amor, bien herido y mal pagado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Y diré al ver tu sangre derramada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu cara señalada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver en ti la mano armada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu vista ensangrentada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu barba despoblada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu tanta belleza ajada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Mi Señor, mi redentor, mi amor, por la cruel bofetada que por mí sufriste
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por las gotas desangre que vertiste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por el golpe que en la tierra diste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por las palabras que al agresor dijiste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por los ojos con que a Malco viste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por la garganta que a la soga diste
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por las manos que a al lazo ofreciste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por tu tierno corazón tan triste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste.
V. Adorámoste Jesús Nazareno abofeteado.
R. Por redimirnos del pecado.
Oración: Mi Dios, mi Amor, mi Jesús y todo mi bien; lucidísimo sol inflamado en amor de los hombres, y por eso de mis entrañas vida, y de mi alma amante esposo: estampa en mi corazón estas afrentas e injurias que padeciste en el tribunal de Anás, y pues eres mi cabeza, Dios de infinito amor y yo tu miembro, aunque pecador, úneme todo contigo, para que mis pensamientos, obras y palabras, sean gratas a tus divinos ojos. Imprime en mi alma las virtudes que enseñaste, cuando te estrelló contra la tierra, al golpe de un bofetón el alevoso Malco, para que saliéndome de corazón y voluntad toda su práctica, que es señal de ser perfectas, por ellas te desagravie y logre la dicha de ver tu hermosura en la patria celestial. Amén.
(Compilado por José Gálvez Krüger)