En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Oración Inicial
Te damos Gracias Oh Dios, que creaste al hombre a tu
imagen y semejanza para que viviera en este mundo como hijo
tuyo, y lo redimiste con la sangre preciosa de tu
Unigénito, para que gozara de Ti para siempre. Te damos
Infinitas gracias por tantos beneficios y por haber dado a
todo el mundo a San Pedro Claver, que tanto contribuyó
con sus fatigas para que los hombres te conocieran y
amaran sinceramente.
Te ofrecemos los méritos de este siervo,
fiel imitador de los ejemplos
de nuestro divino Redentor, y te pedimos que nos concedas
por su intercesión que libres de la esclavitud del pecado nos
preocupemos en tu servicio y en la práctica de las virtudes
cristianas, a fin de que dando testimonio de ti con el amor,
la misericordia y el servicio a los demás, podamos algún día
con todos tus hijos fieles, gozar de ti en el cielo y alabarte
eternamente. Amen.
CONOCIENDO SU HISTORIA
En defensa de los últimos
Se ocupaba también de los presos comunes o de la
Inquisición y se pasaba largas horas en los calabozos
escuchando sus cuitas. Por sus ruegos dos abogados se
encargaban de la defensa de los presos pobres. También
los consolaba en el momento de la ejecución con vino,
perfume y bizcochos. Y con los protestantes, alguno de
ellos ejecutado en un acto de fe, se comportaba con igual
cariño y misericordia. Llegó a convertir a varios, entre ellos
un arcediano de Londres. Misionaba además pueblos de los
alrededores, comiendo y durmiendo en chozas
abandonadas, entre murciélagos y ratas.
Le nombraron ministro (encargado de asuntos materiales)
de la casa. Pero, como cogía siempre para él los oficios
más duros, el superior lo hizo maestro de novicios
coadjutores, a los que conducía a la leprosería escoba en
mano. Todo ello respondía a una profunda vida espiritual.
Austero hasta el heroísmo –dormía poco y en el suelo,
apenas comía y vestía cilicios, cuando ya era un cilicio sólo
el clima de Cartagena–, tenía dicho al hermano portero que
no molestara en la noche a los demás padres, cuando
venían a pedir sacramentos, sino que acudiesen a él. Para
la oración le gustaba mirar un libro de imágenes de la vida
de Nuestro Señor y se detenía sobre todo en pasajes de la
Pasión que recordaba el resto del día. El negro Diego
Folupo lo vio elevado del suelo como “caña y media” con los
ojos fijos en un crucifijo que sostenían en las manos. Le
atribuían numerosos milagros, como resurrección de
muertos, clarividencia y profecía.
Aunque su fama de santidad cundía por toda la ciudad y
aunque su provincial llegó a decir que trabajaba él solo por
seis sujetos y no le faltaron cartas laudatorias del padre
General de la Compañía, muchos le hicieron la guerra. Los
informes que enviaban a Roma decían de él que era
“mediocre de ingenio”, con poca experiencia, “apto sólo
para predicar a indios”. Otros jesuitas no venían bien que
diera preferencia a los negros sobre los blancos, temas que
incluían en sus cartas acusatorias a Roma.
Un día en que pretendía entrar en Uraba, región de indios
paganos, tras predicar la cuaresma por los alrededores de
Cartagena, cayó enfermo. La víspera había confesado
hasta las diez de la mañana y cuando pretendía celebrar la
misa, se sintió tan mal que se vio obligado a regresar a
Cartagena. La peste había diezmado el colegio de los
jesuitas, donde habían fallecido ya nueve miembros de la
comunidad. Una parálisis le redujo a la impotencia y a un
tremendo temblor de las manos, que, según testimonio del
médico, le desaparecía al decir misa. Aún pudo hacer
algunas visitas, gracias a una mula que le dejaron, que
estuvo a punto de matarle.
Tras cuatro años enfermo sin poderse mover, fallece
finalmente en la madrugada del 9 de septiembre de 1654.
«Apóstol y esclavo de los negros para siempre», estas
palabras con que tantas veces ha sido panegirizado, son,
exactamente, el resumen de su vida y de su obra. Desde
muy joven no soñó otra cosa que la evangelización de los
negros, y a ellos consagró toda su actividad apostólica,
bautizando a unos trescientos mil.
Noveno día: La Responsabilidad
Ver: La responsabilidad nos lleva a cumplir las
normas y deberes. Estas hacen que la sociedad asuma las
tareas correspondientes. Pero los actos irresponsables
pueden causar consecuencias lamentables a nivel social,
laboral, familiar e incluso hasta destruyendo la vida de otra
persona. El gran número de madres cabezas de hogar en
nuestra región, son un ejemplo claro de la falta de
compromiso por parte de muchos hombres, que no asumen
la responsabilidad del hogar o abandonan sus familias,
dejando a la deriva a niños(as) y jóvenes, que se ven
obligados a salir a trabajar a muy temprana edad, por causa
de la irresponsabilidad de muchos padres y madres de
familia.
Eclesiástico 4,11-13
“La sabiduría educa a sus hijos y se cuida de los que la
buscan. El que la ama, ama la vida; los que madrugan en
su búsqueda se llenarán de gozo. El que la posee heredará
la gloria; donde quiera que vaya, el Señor le bendecirá.
Palabra de Dios.
San Pedro Claver, fue muy desprendido en su vida,
humilde, sencillo, a tal punto en que descuidaba las horas
del día y pasaba los mismos sin dormir atendiendo a los
negros esclavos que llegaban al puerto, es así se nos
muestra que él es servicial, una persona que ante cualquier
adversidad, en cualquier terreno árido o frondoso es capaz
de ser el mismo, sin acomodarse, vivió para servir, al Señor
lo necesario para vivir feliz y contento de ver como los
demás tienen una oportunidad también para vivir y para ser
felices.
¿Recuerdas si has servido a alguien en tu vida, qué ha sido
lo más grato de ello?, ¿si no la has hecho, cuándo te
gustaría empezar a ejercer tu servicio?
Actuar: Hoy voy a cumplir con mis tareas en la
familia.
Rezar Padre nuestro, Ave María y Gloria.
GOZOS
Oh San Pedro Claver intercede por nosotros sedientos de Dios.
En tus manos nos abandonamos con anhelos de liberación.
A ti San Pedro Claver patrono de los esclavos,
nos encomendamos en tus santas manos,
que al ver tú llegar la esclavitud a nuestras vidas
nos socorras siempre presto a salvar nuestras familias.
Oh San Pedro Claver intercede por nosotros sedientos de Dios.
En tus manos nos abandonamos con anhelos de liberación.
Esclavo de los esclavos, es el título que te dan
a ti San Pedro Claver, todo un santo de verdad.
Pues fuiste a Cartagena, no precisamente a pasear, sino a ver aquellos negros
que Dios te había de encomendar.
Oh San Pedro Claver intercede por nosotros sedientos de Dios.
En tus manos nos abandonamos con anhelos de liberación.
Quizás no te podamos definir San Pedro, en un sólo valor:
humildad coraje y valentía los llevas en el corazón
!Eso sí, está claro¡ te los dió Dios, nuestro Señor.
Oh San Pedro Claver intercede por nosotros sedientos de Dios.
En tus manos nos abandonamos con anhelos de liberación.
A los esclavos te presentaste y a ellos quizás asustaste,
porque no habían conocido
tanto amor en cualquier parte
a ti Santo milagroso, santo de la humildad
hoy y siempre te pedimos que nos ayudes cada día más.
Oh San Pedro Claver intercede por nosotros sedientos de Dios.
En tus manos nos abandonamos con anhelos de liberación.
Tuvistes muchos enemigos, humillaciones y obstáculos, pues trabajabas de corazón
y no hacías espectáculos.
Tu misión no tiene fronteras ni tampoco color
pues sabes que todos somos la gran familia de Dios.
Oh San Pedro Claver intercede por nosotros sedientos de Dios.
En tus manos nos abandonamos con anhelos de liberación.
Oración Final
Oh. Dios, que con el fin de llevar el evangelio a los esclavos
Negros, dotaste a San Pedro Claver de admirable amor
y paciencia; concédenos por su intercesión y ejemplo,
que superemos todas las discriminaciones sociales,
y amemos a todos los hombres con sincero corazón.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amen