Oración de inicio
Oh Padre y maestro de la juventud, San Juan Bosco, que tanto trabajasteis por la salvación de las almas, sed nuestra guía en buscar el bien de la nuestra y la salvación del prójimo, ayudadnos a vencer las pasiones y el respeto humano, enséñanos a amar a Jesús Sacramentado, a María Santísima Auxiliadora y al Papa, y obtenednos de Dios una santa muerte, para que podamos un día hallarnos juntos en el Cielo. Así sea.
Lectura bíblica del segundo día: Mateo 22, 34-40
Reflexión:
“Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón. Amarás a tu prójimo como a ti mismo...”. Don Bosco llevó constantemente en su corazón al Señor, su Dios, y al prójimo, especialmente los jóvenes.
Sueño de los nueve años: “Me llamó por mi nombre y me mandó ponerme a la cabeza de los muchachos... no con golpes, sino con la mansedumbre y la bondad deberás ganarte a tus amigos... he aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar”. Don Bosco – Memorias del oratorio
Sacerdote: “Dedicaba enteramente los días festivos a estar con los muchachos; durante la semana, los visitaba en pleno trabajo, en talleres y fábricas... los sábados me desplazaba a las cárceles con los bolsillos llenos de tabaco, fruta o panecillos para granjearme el afecto de los jóvenes que vivían la desgracia de estar encarcelados; para asistirlos, ganarme su amistad y, de esta manera, animarlos a venir al Oratorio cuando tuviesen la suerte de salir de aquel lugar de castigo”. Don Bosco – Memorias del oratorio
Promesa solemne: “De vuelta a casa, caí presa de un fuerte agotamiento y me sentí obligado a permanecer en cama. La enfermedad se manifestó en forma de bronquitis... a los ocho días diagnosticaron que me quedaba poco tiempo de vida... sentía abandonar a mis muchachos... todos rezaban por mi curación... me consta que unos cuantos peones de albañil ayunaron a pan y agua semanas enteras... ¡Dios los escuchó! Me dormí, y desperté ya fuera de peligro... Os debo la vida, estad seguros de que, en adelante, la emplearé toda para vosotros”. Don Bosco – Memorias del oratorio
Oración para obtener una gracia especial
Oh Don Bosco Santo, cuando estabais en esta tierra no había nadie que acudiendo a Vos, no fuera, por Vos mismo, benignamente recibido, consolado y ayudado. Ahora en el cielo, donde la caridad se perfecciona ¡cuánto debe arder vuestro gran corazón en amor hacia los necesitados! Ved, pues, mis presentes necesidades y ayudadme obteniéndome del Señor (pídase la gracia).
También Vos habéis experimentado durante la vida las privaciones, las enfermedades, las contradicciones, la incertidumbre del porvenir, las ingratitudes, las afrentas, las calumnias, las persecuciones y sabéis qué cosa es sufrir.
Ea, pues, oh Don Bosco Santo, volved hacia mí vuestra bondadosa mirada y obtenedme del Señor cuánto pido, si es ventajoso para mí alma; o si no, obtenedme alguna otra gracia que me sea aún más útil, y una conformidad filial a la divina voluntad en todas las cosas, al mismo tiempo que una vida virtuosa y una santa muerte. Así sea.
Oración final a San Juan Bosco
Oh Don Bosco Santo, que con tan gran amor y celo cultivasteis las múltiples formas de acción católica que hoy florecen en la Iglesia, conceded a sus asociaciones el mayor progreso y desarrollo. Redoblad en todos los corazones la devoción a la Santísima Eucaristía y a María Auxiliadora de los Cristianos. Acrecentad en ellos el amor al Papa, el celo por la propagación de la fe, un solícito esmero por la educación de la juventud y grandes entusiasmos para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras. Haced que en cada una de las naciones se fomente y arraigue la guerra contra la blasfemia y el mal hablar y contra la prensa impía; haciendo surgir en todas partes nuevos cooperadores para las diversas formas de apostolado recomendadas por el Vicario de Cristo. Infundid en todos los corazones católicos la llama de vuestro celo, para que, viviendo en caridad difusiva, puedan al fin de su vida recoger el fruto de las muchas obras buenas practicadas durante ella.
Padrenuestro…, Dios te salve…, Gloria…
San Juan Bosco, ruega por nosotros.