La creencia de que el hábito de fumar sólo tiene consecuencias a largo plazo, casi siempre limitadas a problemas respiratorios, es uno de los facilitadores para que los adolescentes se inicien en el consumo de tabaco. Y esto lo saben muy bien las compañías tabacaleras que dirigen sus proyectiles publicitarios a este segmento de la población.
Pero un reciente estudio del equipo médico del Hospital de Niños del Centro Médico de Cincinatti, Estados Unidos, contradice esta creencia y advierte que los jóvenes que fuman tienen más probabilidades de deprimirse que los no fumadores. Los resultados publicados recientemente en la revista especializada estadounidense Pediatrics, ponen en entredicho el que los adolescentes fumen para ganar seguridad y hacer frente a sus problemas anímicos y -por el contrario- se revela que con seguridad desarrollarán cuadros depresivos de diversa intensidad.
Estudio a gran escala
La investigación consistió en una encuesta de alcance nacional entre jóvenes norteamericanos, los que fueron seguidos durante un año, tiempo en el cual se les realizó chequeos sicológicos y médicos. "Comenzar a fumar dentro de los primeros 30 días del estudio, fue un importante predictor de que el sujeto iba a hacer un cuadro depresivo dentro del año siguiente", advierte la doctora Elizabeth Goodman, del hospital de Cincinatti.
Los muchachos que fumaban tenían cuatro veces más riesgo de deprimirse que sus compañeros no fumadores, según este trabajo. Inesperadamente, los datos revelaron también que los no fumadores que estaban deprimidos al inicio del estudio no tenían mayor probabilidad de transformarse en fumadores -dentro del año siguiente- en comparación con los jóvenes que se mostraban entusiastas y de buen ánimo.
Los investigadores afirman que tanto la nicotina como otros derivados del tabaco, producen cambios de importancia en la química cerebral, lo que se traduce en interferencias que impiden el accionar del neurotransmisor conocido como serotonina. La explicación es respaldada por evidencia reciente de que los medicamentos antidepresivos son de gran ayuda para que los adultos fumadores sean capaces de dejar este hábito.
Problema de salud mental
El estudio sugiere que los jóvenes adictos al tabaco son un tema de salud mental que requiere de urgente atención por parte de las autoridades. "Fumar no es un hábito que le hace mal a los adolescentes porque se van a enfermar en 30 ó 40 años más. Los daños que se producen aparecen en el corto plazo", advierte el doctor John Capitman de la Universidad Brandeis, quien estuvo a cargo del diseño, seguimiento y análisis de este trabajo.
A esta investigación se une otra de la Universidad de Minnesota, que confirma que el consumo de tabaco a temprana edad no sólo facilita que la persona sea un gran fumador cuando adulto. Además, ayuda a que el afectado desarrolle otros hábitos de vida poco saludables como es el consumo de alimentos con alto contenido de grasas y la reducción de la actividad física. La mala nutrición y el sedentarismo terminan por alimentar un círculo vicioso que refuerza la adicción al tabaco.
Por esto, los expertos advierten que cualquier postergación en el inicio del tabaquismo entre los jóvenes, así como cultivar estilos de vida saludables como hacer deporte, permite atenuar la adicción que éstos desarrollarán con los años y facilita el abandono de este nefasto hábito.