Por Arturo Prado Siriany
A menudo, las personas, animales, etc., forman vínculos estrechos con sus padres, especialmente al poco tiempo de nacidos.
Este vínculo es garantía para que la madre pueda alimentar y criar a los suyos; sin embargo, no siempre el apego es hacia la verdadera madre.En las aves, por ejemplo, en cuanto nacen, seguirán cualquier objeto que se desplace. Esta conducta temprana de seguir a otra cosa, tiene consecuencias futuras dramáticas.
La naturaleza del objeto que se sigue, ayuda a determinar las preferencias posteriores en lo que se refiere a amigos y consortes. Por ejemplo, cuando los pavos son criados desde un principio por seres humanos, con frecuencia prefieren cortejar a personas y no a otros pavos.Este rasgo innato de seguir y reflejar un apego social, se denomina imprinting o impronta. En un comienzo, se pensó que este fenómeno obedecía a que estos apegos a modelos paternos, tenían su raíz en la satisfacción de necesidades tales como darles comida, calor y un ambiente adecuado, y por lo tanto, dichos apegos estarían asociados con resultados finales agradables.
Sin embargo, en experimentos realizados con monos huérfanos de madre, se les asignaron "madres sustitutas" hechas con alambre unas, y otras de tela. Ambas tenían una mamadera incorporada, por lo que eran fisiológicamente equivalentes. Los informes obtenidos respecto al comportamiento de los "hijos" monos, revela que los monos bebés, pasaban más tiempo subiéndose y acurrucándose a sus madres cubiertas de tela, que a su madre de alambre.
Esto parece indicar, que el contacto corporal y la bienestar inmediato, es mucho más importante que la alimentación, para unir al recién nacido a su madre. En los humanos, el contacto físico inmediatamente después del nacimiento, suele influir en esta relación en forma sustancial.En un experimento realizado entre dos grupos de recién nacidos, unos recibieron el cuidado normal hospitalario posterior al parto por parte de sus madres: una miradita un poco después del nacimiento, una visita breve entre las 6 y 12 horas más adelante, y sesiones de alimentación de 20 a 30 minutos, cada cuatro horas, todos los días.
El grupo de otras madres, pudieron interactuar durante una hora, poco después del parto, y durante varias horas diariamente, a partir de entonces. Se ha observado que este tipo de madres, se muestran mas afectuosas y se interesan más por el bienestar de sus hijos.Posteriormente, con los años, hacen más preguntas a sus hijos y dan menos ordenes.
Dicho en pocas palabras, un acercamiento durante los primeros días, suele asegurar una mejor atención y protección desde el principio y durante todo el largo período de cuidado infantil.El niño por su parte, identifica y prefiere el olor de su propia madre y no el de otra, y para los 20 o 30 días, lo hace también con su voz.
Todo esto, parece indicar, que el contacto inmediato después del parto, reduce la probabilidad de problemas posteriores de los padres, incluyendo el abandono, descuido y abusos, que tanto sufre nuestra comunidad, en la cual se centra tanto la atención en los menores que la padecen y no muchas veces, en los progenitores de meta.