En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: “Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. “Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. “Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mí-o es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti”.
Comentario:
Creo que a nadie le gustan las despedidas, sobre todo cuando se trata de personas a las que queremos mucho. Hoy Jesús se está despidiendo de sus apóstoles porque falta poco para su partida. Sin embargo no es una despedida triste. Hoy el Señor nos habla de la gloria que todos buscamos. Darle gloria a Dios. Ésa es también nuestra gloria, nuestra dicha, alabar a Dios, amarlo con todo el corazón. Y estamos llamados a glorificar a Dios no sólo porque es bueno, o por las obras buenas que ha realizado con nosotros. Lo alabamos no por lo que ha hecho, sino por quién es Él y por quiénes somos nosotros. Él es el Creador amoroso, nosotros las creaturas, que hemos sido amadas.
¿Y cómo glorificar a Dios aquí en la tierra? ¿Cuál debe ser nuestra alabanza? Jesús lo deja muy claro hoy: "Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar". Nosotros también estamos llamados a llevar a cabo en la tierra la obra que Dios nos ha encomendado. Así glorificamos a Dios con nuestra vida entera.
P. Juan José Paniagua