Jesús dijo a sus discípulos: "Si el mundo os odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya, pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: "El servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes." Pero los tratarán así a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió."
Comentario:
Jesús ha hablado muchas veces acerca del amor; sin embargo hoy la palabra que más aparece en este pasaje es odio. El Señor anuncia de antemano que las personas que los seguimos el mundo los va a odiar, creo que es lo que muchas veces experimentamos cuando queremos vivir coherentemente nuestra fe: el mundo no nos mira bien, hay un desprecio, hay un rechazo.
Esta es la historia de la vida cristiana; como queremos vivir el amor, pero muchas veces recibimos el mal. Hoy Jesús nos advierte que esto es lo que vamos a vivir; porque si Él es el maestro, si Él es Dios y si el mundo lo rechazó y lo odiaron, si el mundo odió a Cristo Jesús. ¿Cuánto más nos odiarán a nosotros, que en nuestra debilidad queremos seguirlo?
Este es el gran contraste de la vida cristiana, porque el Señor si bien nos dice que nos somos del mudo estamos en el mundo, no es lo mismo. Una cosa es estar en el mundo -es el lugar de nuestra misión- pero otra cosa es ser del mundo. Nosotros no somos del mundo, le pertenecemos a Cristo y eso nos da una dignidad inmensa y nos habla acerca de nuestra misión; por lo tanto los criterio que nos guían son los criterios de Dios, no los criterios de este mudo que se acaba.
Es por eso que entendemos que nuestra relación en medio de la situación del mundo sea difícil: no es una situación fácil: tiene forma de batalla, tiene forma de combate, estamos en contra de la corriente.
Si fuéramos del mundo todo el mundo nos amaría, pero el mundo odia a quien quiere seguir a Jesús. Por eso, si a veces sentimos que estamos bien, que el mundo no ama, que todo el mundo nos aplaude, que no somos signo de contradicción; hay algo que no estamos haciendo bien. Nuestra presencia en este mundo adquiere forma de ser signo de contradicción; tratamos de llevar la paz, el amor, la reconciliación. Pero ahí donde hay oscuridad y enciendes una luz, esa luz va a molestar y va a incomodar.
No tengamos miedo de llevar la luz del Señor Jesús. Tengamos miedo a mimetizarnos en medio del mundo, a no poder llevar la luz, el evangelio, a Dios ahí donde Él quiere estar.
Pidámosle a Jesús que nos ayude a vivir de verdad como discípulos suyos
P. Juan José Paniagua