Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado”.
Comentario:
En el momento de la Última Cena, Jesús realiza este gesto maravilloso. Siendo el maestro, Dios y el Señor, toma el papel del siervo y le lava los pies a sus apóstoles. Con este gesto el Señor quiere mostrarnos de manera concreta su amor, quiere enseñarnos que Él no ha venido a ser servido, sino a servir, que el servicio humilde hace al discípulo semejante al maestro. Es por eso que Jesús les dirá: Les he lavado los pies, para que Uds hagan lo mismo los unos con los otros. Jesús ha querido darnos ejemplo de caridad, de amor, de entrega a los demás, para que nosotros también vivamos así, para que sigamos sus pasos.
Ese es el verdadero sacrificio. No es simplemente privarse de cosas, o aguantar dolores, sino sobre todo entregarse a los demás. Ese es el sentido del sacrificio de la Eucaristía, también el sacrificio de la cruz. Eso es lo que Jesús quiso significar al lavarle los pies a sus apóstoles, he venido a entregarme por Uds. y quiero que Uds. también hagan lo mismo con el prójimo.
P. Juan José Paniagua