En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”. Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre”. Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
Comentario:
En el capítulo 6 del Evangelio según San Juan, encontramos el llamado "discurso del pan de vida". Cristo nos habla en términos Eucarísticos muy claros. Al principio sus oyentes entraban en conflicto con la identidad de Cristo: "¿Cómo dice este que ha bajado del Cielo?". Ahora su conflicto es Eucarístico: "¿Cómo puede darnos a comer su cuerpo y su sangre?". Y es que el misterio de la Eucaristía está íntimamente unido al misterio de Cristo. El Señor quiere no sólo que creamos en Él, sino que le creamos a Él, que creamos en sus palabras: "En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros". Quizá nos podría parecer redundante cuando el Señor usa en algunas ocasiones la expresión: "en verdad, en verdad os digo". Sin embargo Jesús la utiliza porque quiere decirnos que a continuación va a expresar una verdad fundamental, tan importante que no puede pasar desapercibida.
¿Y cuáles son estas verdades tan importantes que el Señor nos quiere decir? Son 3 efectos muy importantes que nos vienen de la Eucaristía: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día". "El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él". "El que coma este pan vivirá para siempre." Participemos con fe, con amor y con devoción de la Eucaristía. Recibiendo el Cuerpo y la Sangre de Cristo nos hacemos destinatarios de sus promesas: de estar en íntima unión con Él, de poseer la vida verdadera y de poder participar con Él en el gozo de la resurrección. Ésa es la vida auténtica que el Señor nos promete.
P. Juan José Paniagua