Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos le vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: “Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?”. Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello”. Ellos le dijeron: “¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado”.
Comentario:
Si hay algo que nos caracteriza a los seres humanos es que siempre estamos en búsqueda. No nos conformamos con la vida. Siempre deseamos algo más. Hoy estos hombres que habían comido los panes y peces que Jesús había multiplicado, estaban todavía sorprendidos, sobrecogidos. Y estaban buscando. Porque estaban hambrientos de algo que les llene la vida, de algo que les dé más de lo que ordinariamente encontramos en el mundo. Pero todavía no habían entendido bien. Estaban en búsqueda del alimento material, de ese alimento que se acaba, que sólo llena el estómago. En el fondo una vida fácil, acomodada, tranquila. No habían entendido que el alimento que Jesús venía a ofrecerles era mucho más importante aún, es Él mismo, es el alimento de la vida eterna, que no llena el estómago, sino el corazón, el que nos hace ser personas plenas. Que nos desinstala y nos lanza a los retos grandes de la vida espiritual. Por eso el Señor les dirá: me buscan porque comieron pan hasta saciarse, nada más. Trabajen por el alimento que perdura, que no se acaba, el que les da el Hijo del hombre.
Trabajemos nosotros por ese alimento que perdura, que no se acaba, que de verdad nos llena el corazón. El alimento que nos trae Jesús. Porque en la vida muchas cosas nos podrán faltar. Pero que nunca nos falte Dios. Porque si lo tenemos a Él, ya lo tenemos todo. Que la búsqueda más importante de nuestras vidas sea Cristo, encontrarnos, adherirnos cada vez más al Señor. ¿Cómo hacerlo entonces? Hoy Jesús lo ha dicho: "La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado". Que crean en Aquél que el Padre ha enviado, que crean en Cristo. Que nuestra primera obra buena sea creer. Creerle a Jesús. Que Él nos dice la verdad. Que tenemos que seguir sus caminos. Que tenemos que vivir de acuerdo a su Palabra. Creámosle a Jesús para que vivamos de verdad una vida plena.
P. Juan José Paniagua