Jesús dijo a sus discípulos: «Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».
Comentario:
Hay muchas virtudes en la vida cristiana. Pero de todas, hoy Jesús quiso tomar una: la compasión. "Sean compasivos como el Padre es compasivo". Me atrevo a decir que es la virtud que más nos asemeja a Dios. Es la virtud que nos abre las puertas para poder vivir la caridad. Es la que nos une a todos como hermanos, nos hace solidarios. Es la virtud que, me atrevo a decir, Jesús más nos quiso mostrar en su vida pública. Se apiadó de los pecadores, se compadeció de los enfermos, tuvo misericordia de los que hacían el mal. Su corazón estaba lleno de misericordia.
¿Quieres asemejarte a Jesús? Vive la misericordia. La compasión nos une a Dios y a los hermanos. Nos vuelve uno solo, de manera que cuando alguien padece, su sufrimiento también es mío, no me es indiferente el dolor de nadie.
Así entendemos por qué Jesús se compadecía del que sufre, porque se sentía tan identificado, se sentía tan unido a la humanidad, que hizo suyo nuestro dolor, se hizo un siervo sufriente y padeció por nosotros. Evaluémonos hoy en la misericordia. La lectura nos da las pautas para hacer hoy un buen examen de conciencia: no juzgues, no condenes, perdona y entrega. Ayunemos en esta cuaresma de nuestra soberbia y perdonemos. Como ha dicho el profeta en el Antiguo Testamento, no quiero sacrificios ni ofrendas, lo que quiero es misericordia.
P. Juan José Paniagua