Jueves 16 de Febrero de 2017

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". 

Comentario:

Jesús hace en este Evangelio esta pregunta, que podríamos decir que quizá es la más importante de la vida cristiana, ¿quién es Cristo para ti? Al principio los apóstoles se miran entre ellos para ver quién responde, quién dice la gente que es Jesús. Pero cuando la pregunta se hace personal, ya no se pueden mirar entre ellos, ahora tienen que mirar a otro lugar, tienen que ser sinceros y mirar hacia dentro y escuchar una voz muy distinta, la del Padre de los Cielos. 

Hay que conocer al auténtico Jesús y no al que el mundo nos ofrece. Porque también está la tentación de hacer un Jesús a la medida de nuestros gustos. El Señor les hace la pregunta para ver si su concepto se ajusta a la realidad, porque cuando vemos a Jesús como es, y no como nosotros queremos que sea, ahí empieza a suceder la conversión. Nosotros tenemos que ajustarnos a Cristo y no al revés.

Y el Señor nos va a mostrar cuál es su verdadera forma. El camino para seguirlo verdaderamente tiene forma de Cruz, por eso les dice a continuación que tendrá que sufrir y cómo morirá. Aceptemos la cruz y no hagamos un cristianismo acomodado al propio gusto, a la propia medida.  El Papa Francisco nos decía al inicio de su Pontificado que puede ser muy bonito seguir a Jesús, pero un Cristo sin cruz, no es cristianismo, es mundanidad. Eso es lo que el mundo nos propone, hagamos un cristianismo más humano, quitemos la cruz. En el fondo es buscarse a uno mismo. Todos aceptamos que Jesús es el salvador. ¿Pero aceptas también su cruz? ¿O te rebelas? Ésa es una clara tentación del demonio, Jesús lo deja muy claro hoy cuando reprende a Pedro. Dejemos de pensar como los hombres y abramos nuestras mentes a pensar como Dios.

P. Juan José Paniagua