Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación." El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
Comentario:
Hoy celebramos en toda la Iglesia la conversión de San Pablo, este hombre que fue un terrible perseguidor de los cristianos. Y si leemos con atención el pasaje de los Hechos que nos narra este momento, hay algo que sorprende mucho: cómo Dios llama a Saulo . Lo llama por su nombre: "Saulo, Saulo". Quizá cualquiera le hubiera dicho primero unas cuantas verdades que le duelan y luego le hubiera sacado en cara las terribles acciones que llevaba haciendo. Sin embargo Jesús es distinto, llama a sus perseguidores por su nombre, los conoce muy bien y no sólo eso, sino que podemos decir además que los quiere.
Y frente a este llamado, Saulo escuchó y aceptó. Podemos decir que se rindió al amor de Dios y se convirtió y Dios le puso un nuevo nombre: desde hoy te llamarás Pablo. De ahí en adelante Pablo dirá: "para mí la vida es Cristo".
Y Jesús con este llamado le encomendó una misión: ser el apóstol de los gentiles, es decir, salir de las fronteras del pueblo judío y anunciar el Evangelio a todo el mundo. Es lo que nos dice la lectura de hoy, Jesús nos invita a ir a todo el mundo y anunciar la Buena Noticia. Estamos llamados a anunciar a todas las personas, no sólo a los buenos, a los que nos van a recibir con los brazos abiertos o a los que nos simpatizan. A veces para hacer apostolado buscamos que haya un buen ambiente: donde nos aplaudan, escuchen, reconozcan, donde vayan a darse muchos y buenos resultados. Pero el Señor nos dice hoy que no es así. Jesús pudo haber llamado a muchas personas, pero escogió al que a los ojos del mundo hubiera sido impensable elegir, al menos indicado. Así también, como a San Pablo, el Señor nos invita a llevar la Buena Noticia a todo el mundo. A convertirnos y ser sus apóstoles.
P. Juan José Paniagua