Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera". Él les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
Comentario:
Hoy la respuesta de Jesús suena un poco dura para con su madre: mi Madre y mis hermanos son los que cumplen la voluntad de Dios. Ese es el verdadero parentesco con Jesucristo. La obediencia a su Plan es lo que nos une a Dios, es un vínculo más fuerte que el de sangre solamente. Es el vínculo de la comunión. Y por eso, esta respuesta, lejos de ser un rechazo a María es un profundo halago que Jesús pronuncia a su Madre. Porque manifiesta que el vínculo con su Madre no es sólo de sangre, sino es mucho más profundo todavía. Ella no sólo es Madre, sino también discípula. No sólo llevaba a Jesús en su vientre, sino sobre todo en su corazón. Ahí radica la grandeza de su maternidad, en su obediencia, en su sacrificio, en su amor al Plan del Padre.
Seamos obedientes como nuestra Madre María, entreguémosle al Señor nuestra vida, en obediencia a su Plan. Que podamos decir como nuestra Madre Hágase en mi según tu Palabra.
P. Juan José Paniagua