Ante tus enemigos, ante el hostigamiento,
el ridículo y la duda, te mantuviste firme en la fe.
Incluso abandonada, sola y sin amigos,
te mantuviste firme en la fe.
Incluso cuando encaraste la muerte,
te mantuviste firme en la fe.
Te ruego que yo sea tan inconmovible
en la fe como tú, Santa Juana.
Te ruego que me acompañes en mis propias batallas.
Ayúdame a perseverar y a mantenerme firme en la fe.
Amén.