Bonifacio Llamera O.P.
Transcrito por José Gálvez krüger para ACI Prensa
1) Máxima dignidad de San José después de la bienaventurada Virgen María: Pío IX escribe: “Por aquella sublime dignidad que Dios concedió a este fidelísimo siervo suyo, siempre la Iglesia honró al bienaventurado José, después de su Esposa, la Virgen Madre de Dios, con sumo honor y alabanzas, e imploró su intervención en los negocios delicados”. León XIII: “Ciertamente la dignidad de Madre de Dios toca tan en lo excelso, que nada se puede concebir mayor. Sin embargo, San José, por unirse a la Virgen bienaventurada con el vínculo matrimonial, no hay duda que se acercó más que nadie a aquella altísima dignidad, por la cual la Madre de Dios sobrepujó con mucho a todas las naturalezas creadas” . Pío XI: “Entre Dios y José no distinguimos ni podemos distinguir otro mayor que María Santísima, por su divina maternidad”.
2) Fundamento: Así expresamente es asignado por León XIII: “Porque éste fue el marido de María y padre como era considerado, de Jesucristo. De aquí han emanado toda su dignidad, gracia, santidad y gloria”. El mismo fundamento propone aquel postulado que el año 1870 había de ser presentado al Concilio Vaticano I, corroborado con la firma de 153 Padres: “Nadie ignora que el bienaventurado José, por una singular providencia de Dios, fue elegido entre las demás criaturas para ser digno esposo de la Virgen Madre de Dios y padre del Verbo encarnado, no por generación, sino por caridad, por adopción y derecho de matrimonio”
a) Como esposo de María: “Es, pues, el matrimonio la sociedad y la amistad máxima entre todas, que por su naturaleza lleva adjunta la comunicación de los bienes del uno con el otro. Por lo cual, si Dios dio a José por esposo a la Virgen, le dio, ciertamente, no sólo un compañero de vida, testigo de su virginidad, custodio de su honestidad, sino también hizo que participase, por aquel lazo conyugal, de su excelsa dignidad”. De semejante modo se expresa el mismo León XIII en otro documento: Nadie hay que no vea serle debido tal honor a este beatísimo varón. El cual, escogido para esposo de la Virgen Madre de Dios, fue partícipe, por el lazo conyugal, de su dignidad, a quien Cristo, el hijo de Dios, quiso estimar como su custodio y padre, como cabeza, en la tierra, de aquel divino hogar, y ahora guía y custodio de su Iglesia, siendo digno, por tan elevada misión, de nuestro más rendido homenaje”
b) Como Padre de Cristo. “De la misma manera – añade el mismo Pontífice – uno sobresale entre todos por su augustísima dignidad, que fue por divino decreto custodio del Hijo de Dios, tenido en la opinión de los hombres como su padre. De lo cual se sigue que el Verbo de Dios, humildemente s ele subordinase, y le fuese, por lo mismo, obediente, y le procurase todo el honor que los hijos procuran a su padre”