Me vuelvo a Ti, Padre mío,
No me dejaré influir por mi perversa voluntad propia.
Quiero creer en Ti, Señor mío,
al Uno en Tres personas adoraré y veneraré
y te enviaré mi confianza.
Llevaré tu nombre en el corazón en la Eternidad. (Scivias, II,8,3-5)