Las obras de esta religiosa del siglo XII fueron escritas —como la mayor parte de los escritos de su tiempo—, en latín medieval, salvo por ciertas anotaciones y palabras que podemos encontrar en algunas de sus cartas y principalmente en sus obras relativas a la Lingua ignota, que se encuentran en alemán medieval propio de la región media de Franconia–Renania/Mosela. En su obra, ella misma acusó en variadas ocasiones su poca preparación en latín, pero por sus propias confesiones y sus hagiógrafos se conoce que su método de escritura comenzaba al escribir sus visiones y luego pasarlas a un secretario que corregía los errores y pulía la escritura. Dos de ellos — Volmar y Gottfried — fueron monjes de Rupertsberg y el tercero, de origen flamenco — Guibert de Gembloux — era monje de la abadía de Gembloux, de ahí que todos ellos estaban bien preparados en el latín eclesiástico.
Empleó varios estilos de escritura: el tratado teológico, el epistolar, el hagiográfico y el tratado médico; pero destacan sus obras visionarias, en las que hace un uso constante y fecundo de la alegoría ética-religiosa, que aunque era bastante común en su tiempo, llegaba a usar símbolos poco frecuentes.
En lo referente a las influencias recibidas y a su manera de escribir, indudablemente se destacan las Sagradas Escrituras a través de la Vulgata, con especial atención hacia los profetas y el Nuevo Testamento, en este último se destacan la importancia que el Evangelio de san Juan y el Apocalipsis tuvieron en ella, ya que incluso en algunas narraciones autobiográficas consignadas en la Vita llegó a comparar sus dones espirituales con las inspiraciones del evangelista Juan sumado al tono apocalíptico de las partes finales del Scivias.
Igualmente se le atribuyen conocimientos de algunas obras de la patrística latina, entre las cuales se ha detectado la influencia de san Agustín y san Isidoro de Sevilla; se ha señalado especialmente la influencia y similitud con el Pastor de Hermas y Boecio como fuentes de la identificación alegórica como mujeres que Hildegarda hace de la Iglesia y de algunas virtudes en el Scivias. Además, no obstante de que la abadesa se calificara a sí misma de «indocta», se ha detectado en sus obras un gran bagaje cultural clásico proveniente de Cicerón, Lucano y Séneca; con Galeno coincide en algunas teorías médicas sobre los humores; en el Scivias y el Ordo virtutum representa la lucha constante de las virtudes contra los vicios a través de su personificación como mujeres ataviadas con los atributos correspondientes a la actitud moral que encarnan, combatiendo cada virtud contra el vicio opuesto a ella. Esta tradición alegórica es común a otros escritores del medioevo y puede rastrearse hasta la Psychomachia de Prudencio en el siglo IV.
Fuentes
Sus obras fueron legadas a la posterioridad gracias al interés de los monjes que la admiraron y la ayudaron a escribirlas, encabezados por Guibert de Gembloux, quienes tras su muerte terminaron de transcribir las obras de la abadesa, las compilaron e ilustraron con miniaturas. Entre los manuscritos medievales más importantes que se han conservado, en donde se contienen las obras escritas y musicales de la profetisa teutónica, se encuentran:
Riesencodex
El códice de Wiesbaden, conocido en alemán como «Riesencodex» (Códice gigante) por su gran tamaño (46 x 30 cm) y peso (15 kg), es un manuscrito medieval de 481 folios, cuya datación oscila entre los últimos años de vida de Hildegarda y algunos posteriores a su muerte, siendo la fecha más tardía el año 1200. Originalmente, se custodiaba en Rupertsberg, pero su riqueza artística ha llevado a algunos investigadores a dudar de que haya sido creado ahí o en Eibingen.
Cuando el convento de Rupertsberg fue destruido en el siglo XVII, el manuscrito fue trasladado al monasterio de Eibingen junto con las reliquias de la santa. En 1814, fue llevado a la biblioteca de Wiesbaden (actualmente Universidad y Biblioteca Estatal de RheinMain). Durante la Segunda Guerra Mundial el manuscrito original fue casi destruido, pero su contenido se conservó gracias a fotocopias y facsímiles extraídos durante las primeras décadas del siglo XX.
Contiene una versión de sus tres principales obras místicas: Scivias, Liber vite meritorum y Liber divinorum operum. También es la fuente de todas sus composiciones musicales, sus obras acerca de la Lengua ignota, trabajos hagiográficos (Vita sancti Ruperti), algunas cartas, homilías y la Vita escrita por el monje Theoderic, por lo que es la fuente más numerosa e importante del trabajo de la monja medieval. Contiene las ilustraciones de las visiones descritas por la abadesa, inspiradas en las que ilustraban los manuscritos originales.
Otros códices
GANTE, Biblioteca de la Universidad de Gante, Cod. 241. Es el manuscrito más viejo que se conoce cuya creación se data entre 1170 y 1173. Fue redactado probablemente en el monasterio de Rupertsberg. Pasó por un monasterio benedictino en Tréveris y de ahí a Gante donde se custodia en la biblioteca de la Universidad de Gante. Contiene una copia del Liber operum divinorum.
LUCCA, Biblioteca estatal, Ms. 1942. Fechado hacia el siglo XIII en Renania. Es la fuente de las ilustraciones del Liber operum divinorum.
DENDERMONDE, St.-Pieters & Paulusabdij Klosterbibliothek, Cod. 9. Conocido como Códice Villarenser o Dendermonde se encuentra en la biblioteca de la Abadía de San Pedro y San Pablo. Se piensa que fue escrito hacia 1175. Contiene un ejemplar de la Symphonia armonie celestium revelationum, el Ordo virtutum y diversas canciones; también es una de las fuentes de Liber vite meritorum.
TROYES, Biblioteca Municipal de Troyes, Ms. 683. Aunque con orígenes en el siglo XII, se han reconocido varias etapas de creación. Sus partes más tempranas se cree que provienen de Rupertsberg. Se encuentra emparentado con el manuscrito de Gante, del que parece ser copia. Es otra de las fuentes del Liber divinorum operum.
BERLÍN, Staatsbibliothek Preussischer Kulturbesitz, Cod. theol. lat. Conocido como Códice de Berlín o Codex Cheltenhamensis se encuentra en la Biblioteca Estatal de Berlín. Datable en el siglo XII o principios del XIII. Contiene algunas de las cartas de la santa (Epistole), el Liber vite meritorum y sus tratados sobre su Lingua ignota.
Obras literarias
De las obras religiosas que escribió Hildegarda, destacan tres de carácter teológico: Scivias, sobre teología dogmática; Liber vite meritorum, sobre teología moral; y Liber divinorum operum, sobre cosmología, antropología y teodicea. Esta trilogía forma el mayor corpus de las obras y pensamiento de la visionaria del Rin.
Scivias
El nombre Scivias es una forma abreviada del latín «Scito vias Domini» que significa «Conoce los caminos del Señor».64 Esta obra fue inspirada tras una visión tenida por Hildegarda a la edad de cuarenta y dos años, esto es, hacia 1141, en la cual aseguraba haber asistido a una teofanía que le ordenaba escribir lo que percibiera:
«Oh frágil ser humano, ceniza de cenizas y podredumbre de podredumbre: habla y escribe lo que ves y escuchas».
Scivias (Protestificatio)
Dividida en tres libros, en esta obra describe las veintiséis visiones que tuvo, las cuales se encuentran ilustradas en los manuscritos conservados, sirviendo de alegoría y medio de explicación de los principales dogmas del catolicismo y la Iglesia de una manera más o menos sistemática. Tras la descripción de cada visión cargada de un complicado simbolismo, la voz celestial pasa a explicar su significado. De esta manera recorre los temas de «la majestad divina, la Trinidad, la Creación, la caída de Lucifer y Adán, las etapas de la historia de la salvación, la Iglesia y los sacramentos, el Juicio Final y el mundo futuro».
Liber vite meritorum
El Libro de los méritos de la vida, cuyo título completo es Liber vite meritorum, per simplicem hominem a vivente lucem revelatorum, fue escrito entre 1158 y 1163. Es una obra de carácter moral en la que, partiendo de la visión de Dios como un hombre cósmico que sustenta y vivifica al universo, Hildegarda llega a una exposición de los principales vicios espirituales y sus virtudes opuestas. Esta sistematización hace corresponder aspectos naturales del mundo y del hombre con las pasiones del alma humana. Dicha visión está explicada a lo largo de cinco libros y se complementa con un sexto que detalla la descripción de las penas que en la otra vida corresponderán a cada vicio. De esta manera el Liber vite meritorum deviene en un catálogo de treinta y cinco vicios, descritos bajo la figura simbólica de seres alegóricos conformados de partes de bestias y humanos.
Liber divinorum operum
El Liber divinorum operum o Libro de las obras divinas fue creado entre 1163 y 1173 siendo Hildegarda ya sexagenaria. Es la descripción de diez visiones, en donde realiza una cosmología que estructura al universo en correspondencia con la fisiología humana, y que convierte los actos del hombre en paralelos a los actos de Dios, mediante su cooperación activa en la construcción y orden del cosmos.
Así, desarrolla también una explicación del quehacer creador de Dios, centro del universo, que se desenvuelve en el tiempo humano teniendo su manifestación en la naturaleza del mundo y en la historia, con su máxima expresión en la encarnación de Cristo, Verbo divino.
Lingua ignota
Otra de sus principales obras es la creación de su Lingua ignota, primera lengua artificial de la historia, por la que fue nombrada patrona de los esperantistas.
Dicha lengua fue expuesta en su escrito Ignota Lingua per simplicem hominem Hildegardem prolata, que ha llegado a nosotros integrada con otras obras en el Riesencodex, en sus folios 461v–464v, así como en el de Berlín, folios 57r–62r. La obra es un glosario de 109 palabras escritas en dicha lengua con su significado en alemán, incluyendo el de algunas plantas y términos usados en sus obras médicas.
En ambos manuscritos también se encuentra una pequeña obra conocida como Littere ignote (Letras desconocidas) en la que presenta 23 nuevas letras constituyendo un alfabeto hasta entonces desconocido, que si bien tienen cierta semejanza con los rasgos del alfabeto griego y hebreo, no se considera que Hildegarda haya intentado emularlos.
Se ha propuesto que su creación fue de carácter místico, tal vez una especie de glosolalia, no obstante, muchas de las palabras de dicho lenguaje parecen tender hacia un interés científico. Pero no hay un motivo claro del porqué de su creación.
Obra científica
Además escribió obras de carácter científico: Liber simplicis medicine o Physica, es un libro sobre medicina, divido en nueve libros sobre las correspondientes propiedades curativas de plantas, elementos, árboles, piedras, peces, aves, animales, reptiles y metales. El más amplio de tales capítulos es el primero dedicado a las plantas, lo que indica que Hildegard tenía amplio conocimiento en su aplicación terapéutica desde una perspectiva holística. En este libro aplica la difundida teoría médica medieval de los humores que relaciona con la idea de que la constitución de los seres a partir del plan divino se realiza a través de cuatro elementos constitutivos cuyo equilibrio determina la salud o enfermedad del individuo. Así, a cada planta le otorga el correspondiente calificativo de su cualidad: robustus, siccus, calidus, aridus, humidus, etcétera.
El Liber composite medicine o Cause et cure, sobre el origen de las enfermedades y su tratamiento.
Otros escritos
Se ha comprobado la autoría de alrededor de 300 cartas, donde toca temas de lo más variado: teología, espiritualidad, política, remedios curativos, consejos sobre la vida monástica y clerical, entre otros temas que le consultaban. El estilo en sus cartas es, en ocasiones, igual de simbólico que en sus escritos visionarios, ya que llega a proporcionar consejos con la misma autoridad y en nombre de la voz divina que dictaba sus visiones.
En lo que se refiere a sus escritos hagiográficos, se encuentra la Vita sancti Disibodi (Vida de san Disibodo) escrita hacia 1170 a petición de Helenger, abad del monasterio de Disibodenberg, donde trata la vida y obra del eremita irlandés Disibodo que terminó su vida en las cercanías del monasterio que aquel presidía. Por las mismas fechas escribe la Vita sancti Ruperti para documentar la vida del santo patrón del monasterio fundado en la colina donde supuestamente descansaban las reliquias de Ruperto de Bingen.
Escribió, además, una explicación de la regla de san Benito (Explanatio regule s. Benedicti) y otra del Símbolo atanasiano (Explanatio symboli s. Athanasii).
Obras musicales
Lo prolífico de la obra musical de Hildegarda permite establecer la importancia que para la sibila del Rin tuvieron la música y el canto. Tal importancia se puso de manifiesto en la carta escrita a la curia de Maguncia, dictada tras el entredicho interpuesto con ocasión del conflicto derivado de que la abadesa diera sepultura a un hombre supuestamente excomulgado y por el cual se prohibió a su comunidad cantar el salterio y tener misa.
En dicha misiva, tras declararse dispuesta a obedecer las medidas impuestas y partiendo de una cita del salmo 150, Hildegarda explica que el canto es una manifestación del espíritu divino en el hombre, que con ello recuerda vagamente la bienaventuranza de Adán en el paraíso, quien participaba de la voz y el canto de los ángeles en alabanza a Dios. Los profetas, a quienes Dios les otorgaba una gracia extraordinaria habían compuesto cantos y creado instrumentos entreviendo el pasado beatífico de la humanidad. De hecho, los instrumentos musicales, al ser tocados con los dedos recordaban a Adán mismo creado por el «dedo de Dios».
La alabanza a Dios dentro de la Iglesia tiene su origen en el Espíritu Santo y es conforme a la armonía celeste:
El cuerpo es verdadero vestido del espíritu, el cual posee una voz viviente, para que de esta manera el cuerpo con el alma, use su voz para cantar las alabanzas de Dios
Ep. XXIII, PL CXCVII, Migne, 1855.
Si bien emplea la técnica monofónica, el melisma y la notación propias de su época, la música hildegardiana se diferencia por el uso de amplios rangos tonales, que exigen a la cantante o al coro subir a agudos intensos estando en una nota intermedia o baja. Contrae frases melódicas que impulsan a la voz a ser más rápida para luego ralentizarse. Usa igualmente intervalos de cuarta y quinta, cuando el canto de su época rara vez pasaba de terceras.
La totalidad de las obras musicales de la profetisa teutona fueron creadas para las necesidades litúrgicas de su propia comunidad, así como para la didáctica teológico-moral en el caso del Ordo Virtutum.
Hildegarda compuso setenta y ocho obras musicales, agrupadas en Symphonia armonie celestium revelationum (Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestes): 43 antífonas, 18 responsorios, 4 himnos, 7 secuencias, 2 sinfonías (con el significado propio del siglo XII), 1 aleluya, 1 kyrie, 1 pieza libre y 1 oratorio (fascinante, pues el oratorio se inventó en el siglo XVII). Además, compuso un auto sacramental musicalizado llamado Ordo Virtutum ("Orden de las virtudes", en latín), sobre las virtudes.