El Señor dice que "los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz" (Lc. 16, 18). Él alaba la previsión de los negociantes, no sus métodos. Pero aquí se trata de un misterio y no de un negocio. Se trata de un misterio, de un sacramento. Por lo tanto, parece que, lo que hace el diacono no es idéntico a lo que hace el laico, ciertamente no, en el orden de la gracia.