Hermano Alberto, Padre y amigo de los pobres, tú, que pusiste tu talento de artista al servicio del Evangelio, ayúdanos a descubrir los dones que Dios nos dio y a usarlos para testimoniar su amor.
Tú, que descubriste que la obra de arte más bella a los ojos de Dios es el corazón de los pobres, danos ojos capaces de ver tu presencia en los hermanos más necesitados.
Tú, que renunciaste a las riquezas para hacerte hermano pobre entre los pobres, descubriendo que la verdadera riqueza es amar, libera nuestra vida
de apegos equivocados.
Tú, que mientras distribuías el pan a los hambrientos, decías “hay que ser bueno
como el pan”, haznos pan bueno
para los hermanos que encontremos.
Tú, que predicaste la misericordia de Dios y te abandonaste confiado a la Divina Providencia, ¡aumenta nuestra fe!
¡San Alberto Chmielowski,
ruega por nosotros!