Sagrados Mártires de Cristo,
ilustres héroes de su milicia,
ejemplares de toda virtud,
baluarte inexpugnable de la fe,
que con valerosa constancia
expusisteis vuestras vidas al rigor
de los martirios más severos
tolerando intensísimos tormentos
y derramando vuestra sangre preciosa
hasta dar la vida a los filos del cuchillo
por el amor de Cristo:
haced, gloriosos protectores míos,
que imitando vuestras virtudes,
practique yo la misma constancia
en vencer mis tres enemigos,
que con el mismo ímpetu que los tiranos
os querían quitar no sólo la vida del cuerpo
sino la del alma, con el mismo me invaden ésta;
para que, conseguida su victoria,
pueda con mayor mérito rendirme a vuestros pies,
y solicitar de vuestra poderosa intercesión,
consiga del Señor, que presentándole vuestros méritos,
me conceda lo que por ellos le pido;
siendo para honra suya, accidental gloria vuestra,
y utilidad de mi alma;
y si no me conviene su cumplimiento para mi salvación eterna,
trocad mis ruegos, y pedid para mí a Dios
me conceda aquello que yo más necesito
para agradarle y gozarle en la feliz mansión de la bienaventuranza.
Amén.