Beata Florida Cévoli,
amante de raudo vuelo,
el fuego de sus heridas
en tu costado se ha abierto.
Y adentro, en el corazón,
Jesús ha dejado un sello:
grabadas llevas en carne
las mzrcas de tus deseos.
Florida, junto a Verónica
del mismo pozo bebiendo:
las llagas de Cristo Esposo,
sin tasa amando y sufriendo.
Es su Pasión sacrosanta,
del nuevo Adán, nuevo huerto:
el mundo está en Jesucristo,
en sus amantes naciendo.
Florida, de tus hermanas
hermana y madre a sus ruegos,
gozando cuando les sirves,
unidas en santo empeño.
¡A Cristo Dios coronado
de espinas en sus cabellos
la gloria infinita ciña
eternamente en los cielos! .
Amén.